02 October, 2006

Mi trato con el tiempo


«Volver a verte otra vez,
con los ojitos empapados en ayer,
con la dulzura de un amor que nadie ve,
con la promesa de aquel último café,
con un montón de sueños rotos,
volver a verte otra vez,
volver a verte otra vez,
con un montón de sueños rotos»

La quinta estación.
Siento unas ganas inmensas de salir corriendo. El problema es que no sé hacia dónde debo ir. Quiero correr, pasear, andar, moverme, dejar de estar estancada. Siento cómo me crecen en el alma raíces que me atan al suelo, ficticias, fugaces, casi etéreas, pero presentes en todo y cada uno de los sitios en los que he estado contigo porque me atan a ti. Comienzo cosas nuevas movida por el único afán de hacer algo que no me recuerde a ti —el interés que le pongo es mínimo, infímo, inapreciable— y, sin embargo, vuelvo, otra vez, sin piedad, sin permiso propio, a hacer lo mismo. Miro hacia la ventana, pienso, te recuerdo y sonrío. Es raro. Me siento rara. Me siento justo como hace un año. Exactamente igual. Es curioso. Dicen que los ciclos siempre se repiten. Ojalá. Ojalá se repitiese este ciclo. Es lo que tiene el tiempo. A veces quiero que pase deprisa, otras, como ahora, que se detenga. A veces le pido y casi le suplico que vuelva atrás, pero él, nada, ahí, to chulo, sin decir nada, y se va y no vuelve. Al menos, no se lleva lo que tengo guardado tuyo. Hemos firmado un acuerdo. Él se lleva el día a día, yo me quedo con el pasado. Dice que me lo regala. Sabe que me ayuda a seguir, supongo que entonces y de cualquier modo, he de estarle agradecida. Él me trajo a ti, aunque ahora también me aleje poco a poco. Él fue protagonista en mis alegrías, junto a ti, porque siempre pasó más lento cuando me agarrabas por la cintura; también estuvo en los llantos y en las desilusiones, porque pareció ir más rápido. Al menos siento como tengo una compañía y no ya no estoy tan sola. Pero sé que, cuando llegue el final, que llegará, él también se marchará contigo. Se irá. Como tú. Tengo miedo, de ahí que quiera salir corriendo. Mis ansias por alejarme de ti ahora que tengo fuerzas para hacerlo es culpa de esta angustia que me provoca saber que esto se terminará. «Esto», sí... Por eso hago y deshago cuando estoy contigo, intento buscar un rincón nuevo en el que no te haya descubierto, una caricia nueva que regalarte, un beso nuevo que robarte y sobre todo una sonrisa nueva que arrancarte para guardarla y poder tenerla conmigo cuando ya ni siquiera el tiempo me acompañe en el camino. Para llevarla en mi equipaje, para tenerla conmigo cuando sienta las mismas ganas de correr que ahora mismo, para aferrarme a ella cuando crea que nada tiene sentido. Egoístamente, tengo que guardarlo todo porque llegará un día en que mi trato con el tiempo se termine. Llegará un día en que él me abandone, y serán dos los abandonos. Pero tranquilo, seguirás siendo el primero. El tuyo, seguro, me dolerá más. Porque el tiempo siempre es remplazable, tú, nunca.

5 comments:

Raúl Ramírez said...

besos, q veas q te sigo

josejimenez said...

que no lo digo yo... oe.

que lo dice el laton, un colega.

josejimenez said...

entonces... el que difunde un comentario de otro (periodista), merece reprobacion?

josejimenez said...

repito, que no pienso yo lo que piensa el laton.

pero el si lo piensa.

y lo dice a viva voz.

verderona o palangana?

Carmen Ruiz said...

Q no nos olvidamos de ti, lo de los montaditos fue una charla sin pensar, ni qdada ni ná de ná, x cierto, tú si q me tienes olvidaíta, a ver cuando nos vemos!!!!!! besitos