18 October, 2006

¿Pasión, pasiones o ambas? (II)




«Sé que vas a estar mejor cuando me vaya,
y sé que todo va a seguir como si nada,
mientras escribo sobre la arena
la frase tonta de la semana
aunque no estés para leerla en esta playa»
La quinta estación.
«Retomo el tema pasional. Me gusta, y también me distrae. Intento evadirme —es el enésimo intento de evasión, a ver si puede ser que cuaje—. Parece imposible, pero ahora me pasa lo contrario. Mi pasión contigo no atañe a besos, caricias y demás... Ahora, las pasiones que comparto, o intento compartir, contigo son aquellas que proceden directamente de la rutina, del día a día. Del te echo de menos y del tengo ganas de verte. No del cómo me pones o de qué ganas tengo de hacerte el amor. Es extraño. Debo reconocerlo. En el fondo, creo que siempre he querido compartir contigo este tipo de pasiones... ¿He querido? ¿O es que ahora estoy más cansada de todo y compartir contigo este tipo de pasiones me cuesta menos? Sabía yo que no iba a poder escribir nada sin darle cabida a mis continuas y ya un poco pesadas paranoias. Lo cierto es que, cuando siento tu mano recorrer mi espalda en busca de un broche que está atado casi con nudos de guerra, me vuelvo, me muevo, me escabullo... puede decirse que intento escaparme —empieza a ser preocupante esto de huir de todo—; lo cierto es que, cada vez que los besos, continuos y apasionados, al menos en apariencia, dan paso a algo más que ya empezaría a conformar lo que ha venido en llamarse preliminares —como si por fuerza tuviera que haber un principio, un nudo y un desenlace, no siempre feliz, por cierto, feliz por compartido, se entiende— soy yo quien pone música, comienzo a reírme o me invento cualquier cosa para hacer que los preliminares vuelvan a la fase cero y todo vuelva a la tranquilidad, fingida y escondida tranquilidad. Así es, cuando siento tu aliento más allá de mi cuello, cuando empiezo a sentirte ya a ti, ahí, acercándote, me pongo en guardia, porque en vez de estar acercándote estás acechándome, estás ahí, parado, preparado para morderme, supongo que esta vez sí en el sentido literal de la palabra. Retrocedo, y se me enciende la luz de alarma, el nino nino de incendio. Vaya palabra. No viene del todo bien. En cualquier caso, empieza a ser preocupante. Porque el gesto de tu rostro contradice claramente lo que sale por tu boca y te deja en evidencia: «No pasa nada». Cuando en realidad sí pasa. ¿Qué me está pasando? ¿Se acaba la pasión, se acabó, o quizá es que no hubo nunca una pasión y fue sólo el fruto de un yo tengo ganas y tú también? Vuelve a ser extraño, cuanto menos. Rarita que es la niña. Pero es así. El problema habría que localizarlo bien. Situarlo, en condiciones. Coordenadas, punto por punto, un lugar. ¿Es por ti?¿Es por mí?¿Es por nosotros? ¿O es, quizás, porque no existe un nosotros y mi eterno intento de querer formarlo se ha desvanecido de nuevo y no ha dejado ya ni siquiera las ganas de estar juntos? Sí, juntos, pero juntos, juntos. No al lado. Al lado eres un desconocido. Junto a mí, alguien más. Y no es que no te quiera, que no, que el amor no está tan ausente como la pasión, las ganas de. En busca de un lado positivo, si lo tiene, pude decirse que ahora te quiero más, dado que quiero darte algo más que una noche, o varias, de pasión. En busca de un lado negativo, que sí que lo tiene, hay algo que no funciona. Aunque volvemos a lo mismo de antes. ¿En mí? ¿En ti? Vaya. Estamos como al principio. Sin nada en claro. O peor. Sin nada en claro pero con más cosas sin saber a la luz porque antes estaban ocultas o ni siquiera estaban. De todo, siempre saco algo. Realmente, hay algo por lo que preocuparme. Esto es de verdad. No es ficticio. No es paranoia. Mira, empiezo a recobrar mi racionalidad. Al menos, en apariencia. ¿No?»

1 comment:

Carmen Ruiz said...

Cómo diría Sabina :"DEVUÉLVEME MI ODIO Y MI PASIÓN..." Me ha gustado ro, besitos