27 February, 2006

Esa maldita sinceridad...

Nunca fue la sinceridad un don. Digan lo que digan, y lo haga quien lo haga. Odio el tópico de... "al menos, fue sincero...". La sinceridad siempre le duele a alguien, hace daño, y es difícil considerar que una virtud pueda lastimar a alguna persona. Una antítesis con demasiado peso.
Y es exactamente lo que me pasa contigo. La sinceridad con la que, en los últimos días, estás llenando tus palabras me está haciendo un daño terrible, y empiezo a pensar que irreparable también. De hecho, estoy pensando en dejar de intentar buscar una razón a todo esto que esto sintiendo por ti. Está ahí, y por más que lo niegue no va a desaparecer; y por más que tú me lo niegues, y lo intentes disfrazar de mil vestimentas distintas, tampoco. La tristeza de sentirte tan lejos y el dolor que me provoca saber que un día te tuve tan cerca y te perdí, me abocan a una soledad que no me deja respirar sin llorar. Cada noche alimento con tus ya gastados "cuatro" besos esta alma casi vacía desde que decidiste, siempre con palabras sinceras, dejarme a un lado en tu vida.
Pero ahora lo que más llena este corazón roto es la resignación. No tengo fuerzas para seguir luchando... tu indiferencia hacia mí me duele tanto que me deja el cuerpo vacío, tan vacío que apenas alcanzo a sentir ese cariño que tanto dices que me tienes pero que no consigo sentir. Aunque sí supongo que en eso, también eres sincero.