Porque cada etapa tiene un principio y un fin, porque los ciclos terminan sin que exista un porqué.
28 April, 2006
17 April, 2006
Quisiera...
Acabo de verte marchar, con todo lo que eso implica. Sentada en este banco que empieza ya a echarte también de menos, como yo, me anega el corazón una profunda sensación de vacío, un hueco en el alma de esos que te llenan de frío y casi te hielan la voz. Pese al frío, que hace, no tengo ganas de moverme. Creo que ni siquiera fuerzas. Las lágrimas ya están empezando a aflorar y aún creo que no habrás ni doblado la esquina. Quiero retenerlas, esconderlas, ocultarlas, pero ahora mismo me hace más daño guardarlas que ver cómo se derraman. A medio camino entre unos ojos llenos de tristeza y un alma casi vacía que pese a todo sigue teniendo a tu recuerdo como su mejor aliado, me encuentro yo. Sentada en medio de la nada, mirando a un horizonte tan lejano que no alcanzo a vislumbrar siquiera un final pero contra el que lucho casi a cada segundo por encontrarte en alguno de sus múltiples huecos, vuelvo a sentir tu aliento en mi espalda. Arriba, las estrellas. Aquellas que un día prometiste mirar conmigo tumbados en un césped que también prometiste buscar para mí. Quizá ya ni lo recuerdes. Hace pocas horas que estuve intentando explicarte el por qué de unas lágrimas que condenaste casi sin preguntar a qué se debían. Qué pena que no podamos volver atrás. Las cosas han cambiado tanto, tú has cambiado tanto... que casi cada segundo de los que paso a tu lado lo vivo a caballo entre lo que fuiste y lo que fui cuando eras así, y lo que somos ahora que me miras y apenas me ves. Siento como tu aliento me atraviesa y me hace temblar, pero me destroza el alma, aún más si cabe, saber que apenas me miras con esos ojos llenos de dulzura con los que un día me miraste para no dejarme llorar más. Es la causa de este sinfín de lágrimas tan tuyas, tan tan tuyas que empiezo a pensar que duelen más por ello. Quisiera poder cerrar los ojos y escribirte, sin llorar. E incluso, quisiera poder cerrar los ojos y sentirte, sin llorar. Pero sobre todo, quisiera sentarme a tu lado, una noche cualquiera, en un lugar cualquiera, y poder decirte, llorando, qué me angustia el alma, qué me quiebra la voz cuando te miro, qué me roba la elocuencia cuando me rozas la piel; decirte, mirándote a los ojos que te quiero, que te quiero muchísimo, y que sólo tener en mi mente un esbozo del día que te pierda me provoca un miedo que apenas me deja respirar, que me bloquea y hace que te mire y sólo sonría cuando me preguntas qué me pasa o el por qué de mi gesto.
15 April, 2006
Tan fácil...
11 April, 2006
09 April, 2006
Mi cumpleaños
Pero todo se esfumó cuando vi cómo te alejabas. Y lo peor es que cuando te veo partir cada noche, me asalta otra vez esa angustia que no me deja respirar. Esa angustia que me provoca saber que llegará un día en que te pierda para siempre. Y no puedo hacer nada por evitarlo. Parece mentira que esto se pueda terminar, pero se termina. La puerta se cierra. Y aún no veo cuál es la que se va a abrir, si es que se va a abrir alguna.
Vuelvo al principio, ya son 24 (dentro de ná, vaya) y no encuentro, mirando al pasado, ningún día previo de cumpleaños que me haya pasando llorando. Supongo que cuando cumplí un añito.
Anoche me sentí tan sola. Tan sola que las lágrimas se convirtieron en una vía de escape, en un escondite perfecto para intentar no sucumbir a esta soledad tan dolorosa que me atormenta cuando te vas; las lágrimas fueron anoche, como son ahora mismo, el reflejo de que el daño que me hiciste ayer aún duele, y mucho. Tal vez demasiado, probablemente sea lo que piensas. Ahora, viéndote, sé que hay un sinfín de razones por las cuales debería darte las gracias, pedirte perdón, e incluso, decirte cuánto te quiero. Probablemente.
Estoy ciertamente cansada de estar así, sabes. Ciertamente cansada de recordarte entre lágrimas, de encontrarte en unos sueños que apenas me dejan conciliar tranquilidad por las noches. Quizá, ciertamente cansada de buscar ese cariño que tanto dices que me tienes pero que me cuesta un mundo encontrar días como ayer; días en los que te miro y no me veo, días en los que tu aliento puede atravesarme. Ciertamente cansada y ciertamente triste.
Probablemente, estas palabras se las lleve el viento dentro de muy poco. Dentro de escasamente una hora, cuando den las doce y sea mi cumpleñaos. Un cumpleñaos tan especial, un cumpleaños contigo. Qué mayor regalo que ése...