27 September, 2006

En busca de un consuelo que nunca llega...

Siempre he estado pensado como agradecerte, por hacerme el regalo más grande, más fuerte, haberme regalado todo lo que tienes... Has perdido tu tiempo por mis ilusiones Y cambiaste llorar por luchar en mi nombre Por buscarme un lugar donde fuera valiente Para ser feliz, conmigo misma
Siempre me has demostrado que eres como un milagro
Algo tan especial que siempre me ha arropado
Le has ganado mi pulso al que te haya retado
Si es así, es así
El canto del loco. Zapatillas

«La canción me sirve de introducción. O mejor, de pretexto. Es la segunda vez que intento escribirte algo. La primera sigue archivada en el cajón, supongo que por el mismo error que me arrastra cada día a volver a sonreír cuando en realidad tengo unas ganas inmensas de llorar: mi más que dolorosa y cobarde falta de valor para decirte las cosas. «Sí, lloro a menudo; sí, me duelen las cosas. Y qué, qué pasa». Es así de simple. Si tampoco tengo que decirte tanto. En fin. Supongo que es lo mismo de siempre. Incapaz, incapaz de hacer nada. Siempre lo mismo, y una vez y otra. Y ahora te odio y, al instante, vuelves a ser ese hombre encantador del que me enamoré hace tiempo. Y ahora vuelvo a llorar y ahora salgo a correr; y ahora te miro, sonrío y por dentro me recorre una eterna y fría sensación de vacío porque sé que el final está muy cerca. Demasiado. Demasiado para lo que ahora mismo es capaz de soportar mi corazón. Probablemente, tal vez, demasiado cerca para lo que yo misma soy capaz de asimilar. El tiempo me roba a pasos agigantados todo lo que tengo tuyo. El tiempo... y muchas cosas más. Y me siento vacía, aunque lo detestes de esa forma tan hiriente. Y me siento sola, como antes de conocerte. Y me lleno de celos y de ira, y me derrumbo y me vuelvo a levantar. Lo peor son los celos. Me enfurecen. No puedo soportarlos. Tengo en los labios el sabor amargo que me dejó tu último beso; en cualquier caso, los besos vacíos no saben a nada. Ni siquiera son amargos. Los tuyos no fueron, no saben, no tienen nada. El vacío que pruebo ahora mismo es el del recuerdo de lo que pudo ser y nunca fue; por mi falta de valor para pedirte las cosas. Aquellos que se suponían que sabían a ternura y a besos de niña chica. Besos de enana. Sigo con la misma idea en la cabeza. No es la misma, es la de siempre. Es la única. La única. Curioso, irónico, tal vez. Otra vez los celos. Siempre dándole vuelta a lo mismo. Me vuelve a enfurecer, me hace vulnerable, me convierte en alguien estúpido, incapaz de pensar. Y me para el corazón, y me roba el aliento. Y corro por las entretelas de una cabeza llena de telerañas
Y el texto estaba escrito con la intención —en la primera línea— de dedicarte algo que pudiera asemejarse a una carta de despedida y agradecimiento. Pero como siempre, otra vez los cambios de humor. De pronto, entro, salgo, respiro, te extraño, te recuerdo —no por ese orden necesariamente—. Y esos cambios de humor me impiden ver lo que probablemente pretendía agradecerte. Sólo, probablemente. Supongo que era agradecimiento. Pero ahora, me es imposible. Estoy demasiado triste. Todo esto no es más que un intento, otro, de querer alejarme de ti sin sentirme hundida. Todo esto no es sino otro intento más de olvidarte, como si eso fuera algo tan fácil. Vuelvo a estar cansada. ¿De qué? No lo sé. Si de ti, si de mí, si de ser tan estúpida, si de ser tan inocente, si de ser tan vulnerable... sí, de esto último sí. No quiero estar así. No quiero echarte de menos en contra de mí misma; no quiero llorar cuando te marchas y temblar cuando pienso que voy a perderte. Empiezo a no alegrarme de haberte conocido. Bueno, quizá no debo ser tan drástica. Pero, no sé, me siento tan mal. Me siento tan triste. Aunque todo tiene su lado positivo. Me siento. Al menos, sé que hay algo ahí dentro. Sí, al menos sé que cuando siento moverse algo aquí dentro no es una paranoia nueva. Es un consuelo. O no».

No comments: