16 January, 2011

Entre recuerdos y besos nuevos

Amor mío, abrígame, vuelve a ser mi primavera...

Aún recuerdo a qué saben tus besos primeros. Tu sonrisa juguetona paseando por mi cuello. Tus manos besando mis pechos...

Y en medio de tanto pensamiento apareces tú. Traes escondidas en los labios las ganas de besarme; en las manos, el deseo de tenerme; en los ojos aparece ese brillo de las noches ardientes y los días completos acurrucados. Y me veo reflejada en ti y despierto, y me muero de ganas de comerte a besos.
- Despacio, pequeña...

Una camisa que se abre, un camisón que cae. Me encanta el olor de tu piel cuando se prepara para recibir la mía. Me encanta a qué huele tu pelo cuando comienzas a acariciarme. Me duelen tus ganas de reír cuando yo sólo tengo ansias de besarte, de amarte, de que me ames, de que me dejes abandonarme a ti entre sábanas y luces de farolas. Afuera hace mucho viento. Me puede el frío y me acurruco entre un beso y unos brazos ardientes, y es ahí, escondida entre el deseo y la ternura, cuando encuentro ya tus primeras caricias. Sinceras, perdidas, sedientas de mí. Sonrío contigo reflejado en mi rostro y... y suspiro. Me falta aliento para separar los besos, me falta paciencia para entregarte sólo una caricia en cada roce.
Empiezo a sentirte cada vez más dentro, cada vez más cerca. Tus manos, asidas a mi cintura, acercan mi cuerpo al tuyo, más si cabe; tus labios vuelven sobre poros ya reconocidos, sobre una piel erizada que te anhela aunque acabes de besarla.

Y así, desnuda ante ti y sin ropa, me olvido del viento de fuera y del frío de dentro, me olvido casi de respirar, me olvido del mundo que sigue girando y te amo. Y me dejo amar. Entregada a ti me lleno de todo tú, me agarro a tus brazos, me aferro a tus besos y siento cómo me olvido de todo lo que no sea sentirte mío y sentirme tuya.

Y así, juntos, ardientes, sedientos, abandonados al calor del otro, felices, le doy las buenas noches a las luces de las farolas...