01 December, 2008

Capítulo II: El sexo matutino...


Tengo aquí bajo el vestido
bien escondiditos tus besos malditos...

LOVG. El último vals.


Mi perdición, no sólo por esa noche... Hubo más noches, y más tardes, y más mañanas en las que hacer el amor sin apenas abrir los ojos. Aquellos labios, esos labios que ahora encuentro al despertar son pasión y deseo al mismo tiempo; son desenfreno y locura a partes iguales. Cada mañana, como ésta, en la que despierto a tu lado y te como a besos. Suaves, callados, intensos, tranquilos... Llenos del deseo más silencioso que puede fabricar mi cuerpo a esas horas. La piel, aún bajo las mantas, conserva al calor de tu último beso, guarda las caricias de tu último abrazo, poco antes de cerrar tus ojos frente a los míos. “¿Qué? Nada, sólo te miro”.
Mis besos se hacen más intensos, más fuertes, casi llegan a ser mordiscos. Te mueves, te zafas, escapas, te das la vuelta, me agarras del brazo y balbuceas un abrázame medio tristón, medio enfadado. Pero, a los dos segundos, cuando ya vuelves a dormir de nuevo, recorro con mi lengua la comisura de tus labios, me paseo por el cuello y me balanceo por tus orejas. Te recorre un escalofrío, pegas aún más tu cuerpo al mío y escondes tu cabeza bajo las mantas. Me incorporo de nuevo y me abalanzo sobre ti, consigo ponerte boca arriba y me siento junto a ti. Masajeo tu piel, desde la entrepierna hasta los pies, desde el cuello hasta el abdomen. Y saco la lengua, la paseo por tu pecho, me detengo en los pezones. Te haces el dormido pero tu respiración jadeante dice que ya estás despierto. Ahora te muerdo los labios, la barbilla, vuelvo a pasar la lengua por todo tu cuello, bajo hasta el abdomen. Te miro, sigues con los ojos cerrados, casi entreabiertos ya. Y mi lengua recorre tus zonas más oscuras, más llenas de deseo, la recorren de arriba abajo, se pasea, se entretiene, se detiene, le gusta, me gusta, te gusta. Y sigues tumbado. Me siento sobre ti, entro en ti -o más bien al revés- y me balanceo entre tu cuello y tu cintura, me dejo caer hacia atrás, me agarro a tus muslos y tú a mis caderas; vuelvo hacia adelante, me inclino hasta tocar mis labios con los tuyos y tú haces fuerza para subirme un poco más. Me tiras del pelo hacia atrás y yo te enseño la lengua. Sonríes, mientras yo vuelvo a tumbarme sobre ti, me agarro con fuerza a tus hombros y siento tus gritos ahogados en suspiros más dentro de mí que nunca... Definitivamente, me encanta el sexo matutino...

11 November, 2008

Capítulo I: Donde nace el deseo

Cuando te beso,
tiembla la luna sobre el río...

Hacía apenas dos horas que te había conocido. Dos horas, y ya corría por mis venas el sabor dulce de la pasión, el deseo de probar esos labios carnosos que te vestían la cara de una sonrisa preciosa y enorme cada vez que alguien decía alguna tontería. Hacía frío en la calle, y sin embargo, mi cuerpo aún conservaba el calor que le había producido aquel primer roce descuidado en la barra del bar. Casi sin darte cuenta, una mano en la espalda, en el final de la espalda... Pasa. Y mis ojos te miraron entreabiertos, con un escalofrío corriendo por los poros de mi piel, erizada por los 40 grados que había provocado el contacto de tu piel con la mía, el primer contacto. Intenté borrar aquella sonrisa maliciosa de la cara y crear una dulce e inocente, pero no lo conseguí. Tu mano se deslizó por mi pierna buscando bajo la mesa algo que estaba roto, y al sentir, bajo la fina media, el roce de tus dedos volvió a recorrerme el calor extremo, el deseo y la necesidad de besarte y tenerte recorriendo mis piernas completas, mis brazos, mi cuello... Estaba imaginándome cómo sería tenerte junto a mí cuando llegamos a aquel bar. Mi camisa se abría con demasiada facilidad, pero yo, recatada y respetuosa como la que más, volvía a cerrar aquel botón travieso. Pero quería más, quería que tus manos desabrocharan todos los botones de mi camisa, quería que me quitaras aquel vestido y me amases sólo con mi precioso conjunto negro, y después sin él. aproveché el gentío en el bar para arrimarme cada vez más a ti, poniendo como excusa que apenas podía moverme... Hay demasiada gente. Vi tu medio sonrisa aún más grande con esa expresión. Es cierto, balbuceé. Dejé caer un poco de tequila por la comisura de mis labios y, mientras me giraba buscando tu mirada, lo recogí de mi labio inferior con la punta de mi lengua... ¿Quieres probarlo? Y me acerqué a ti tanto, tanto, que sabía que ya no había marcha atrás. A escasos centímetros de tu boca, mis labios emanaban el calor propio del deseo más intenso, más sensual; al roce de mi piel con la tuya, tu mano agarró mi cintura y supe que aquellos labios serían mi perdición aquella noche, como mínimo...

03 November, 2008

Nosotros, juntos

Completamente enamorados,
alucinando con nostros dos,
sintiendo morbo por primera vez
y por primera vez tocándonos...
Eros Ramazzotti

Salí a correr por el pasillo de casa en pleno mes de noviembre con una fina camiseta gris y unos ‘shorts’ rosas. Mini-shorts, quiero decir, aunque los perdí por el camino. Me volví y los dejé casi a tu lado... El suelo estaba helado pero aún así seguía corriendo por la casa contigo detrás. Me paré en el marco de la puerta del dormitorio. Sonreí. Sonreíste. Con esa cara de niño travieso que me derretía. Intentaste entrar en la habitación pero te cerré la puerta. Hiciste un gesto para reñirme y yo fabriqué mi más sincera sonrisa.
Entraste en la cama, hacía frío -por poco tiempo- y me abrazaste. Y yo me acurruqué en tus brazos, lié tus piernas con las mías, te pasé la mano por debajo del pijama y me dejé llevar por tus latidos. Me besabas como si jamás lo hubieras hecho, como si aún fuesen mis labios desconocidos para ti; mordías, lamías, jugueteabas con tu lengua por la comisura de mis labios, por mi cuello. Mi camiseta voló entre cosquilla y cosquilla. Y empezaste a hacer circulitos por la piel erizada de mis pechos... Lamiste con deseo cada poro de mi piel, entregada a ti; y yo seguía recorriéndote pijama abajo... Perdiste los pantalones entre mordisco y mordisco. Y colocaste tu pecho contra el mío, tu cuerpo sobre el mío, tus latidos anclados a los míos y sentí tu calor como parte de mis gritos; sentí tu deseo como parte de mis ansias; te sentí más en mí que nunca. Besabas mis espalda, mi cuello... y me agarrabas con fuerza, primero las muñecas, luego el pelo. Tu mano en mi cuello, tu boca entre mis muslos, mis labios bajo tu pecho, tú, yo, nosotros, junto al deseo de tenerte con más fuerza, la pasión de besarte desesperadamente, el ansia de quererte aún más... Nosotros. Juntos.

29 October, 2008

Traiciones de la pequeña pantalla



Ayer vi en el cine ‘Noches de Tormenta’, con Richard Gere y Diane Lane. A mí me encantó. Y no es que sea un peliculón pero tampco es la típica película romántica made in Hollywood. Tiene golpes duros, divertidos y a ratitos, preciosos.
Pero sobre todo es triste. Tan triste, que de los 98 minutos que dura la cinta, 80 los pasé llorando. En parte por la película, en parte porque vino a reflejar lo que yo siento cuando te vas. Tristeza. Se me para el pulso cuando me besas, pero se me parte el alma cuando te marchas.

20 October, 2008

Mis ratitos contigo



El pasado sábado, esta canción me arrancó muchas lágrimas. ¿¡Pero?! Preguntaste. Sí, lágrimas que se repiten domingo tras domingo. Porque te pierdo. Porque no sé cómo evitar esta sensación de abandono cada vez que te marchas. Cada vez que abandonas mi cama y te marchas. Cada vez que cierro la puerta e intento agarrarme a ella para rescatar tus besos mientras tú te alejas detrás de ella. Cada vez que abro los ojos a media noche y me doy media vuelta y no estás. Cada vez que llegan las cinco y media de la tarde y no te veo subir las escaleras mecánicas a toda velocidad. Cada vez que dan las once de la noche y miro el teléfono esperando tu llamada para cenar en el Bocatta. Cada vez que llegamos a esa maldita rotonda en la que dos carteles señalan dos caminos diferentes: Sevilla y Córdoba. Ahora, ahora que por fin mi camino había encontrado un camino que seguir. Paseo ausente, te anhelo, te ansío, y no te encuentro. Y la canción sólo habla de desamor... “hay cosas que no me entregarás...” Pero no, no hay nada que yo no te entregue y tú no me entregues, pero... Pero tengo miedo a que lleguemos a distanciarnos. Y yo, “me hundiré sin remisión...” si tú no estás. Si no estás más tiempo que esos ratitos. Sólo vivo esos ratitos en los que te tengo conmigo, en los que te siento respirar, en los que sonríes, en los que te ves guapísimo con ese jersey nuevo, en los que bromeas, en los que pones cara de niño pequeño, en los que me riñes, en los que me besas, en los que me acaricias, en los que me quitas la ropa, en los que yo te la quito, en los que me agarras de la mano, en los que me besas dormido, en lo que me abrazas, en los que... En esos ratitos que el tic-tac del reloj me concede cada semana. Tres ratitos.

09 October, 2008

Sin tregua

"Y nos dieron las diez y las once,
las doce y la una, las dos y las tres,
y desnudos al amanecer nos encontró la luna"

Llegaste a besarme con tanta fuerza que me dolían tus dientes clavados en mi cuello. Me encantaba.
Y es cierto, nunca me habías hecho el amor así. Con esa pasión, ese deseo, cubiertos de placer, llenos de intensidad, entre gritos ahogados, en medio de risas.
Acariciabas mi mejilla recogiendo las lágrimas que se desprendían de mis ojos, ahogando en besos esa tristeza tan tonta, llenando de abrazos mi corazón vacío. Y estaba contigo pero tenía miedo. Miedo a que se terminara, miedo a que cerrara los ojos y ya hubieras desaparecido. A que ya fuese domingo por la noche.
Te besé, con tanta fuerza como si quisiera quedarme para siempre contigo. Te besé, te acaricié, te mordí. Te amaba, me amabas. Y te agarré por los puños, con mis caderas tan hechas a las tuyas, con mi cuerpo tan pegado al tuyo, con mi lengua haciendo surcos por tu pecho, tu abdomen, tus piernas. Te di la espalda, y tú agarraste mis caderas, con los dedos marcando mi cuerpo. Me moví hacia adelante, hacia atrás, y tus manos presionando con más ahínco mis muslos. Sentí el calor de tu piel recorriendo mi espalda, y tu placer recorriendo mi cuerpo, tu sed saboreando mis labios, tu placer resbalando por mi abdomen.
Me abracé a ti mientras cerraba mis piernas en torno a tu cintura. Me abrazaste mientras cerrabas tus piernas alrededor de mi cintura. Mis manos se clavaron en tu espalda, y tu boca en mi boca. Tu pecho contra el mío. Agarraste con fuerza mi pelo y yo me abandoné a ti, para no volver nunca más a cualquier mundanal cama.
Me besaste, te besé; me abrazaste y sentí unas inmensas ganas de reír a carcajadas, de sonreír, de morderte, de besarte. Era feliz. Era inmensamente feliz. Había hecho el amor de la forma más sincera, más pasional, más intensa que nunca había podido imaginar... Y, durante algo más de una hora, había conseguido olvidar que me marchaba al día siguiente, había dejado de llorar.

01 October, 2008

Nuestras pequeñas cosas

"Me acostumbré a ser feliz y ahora ya,
ya no sé estarlo si no esás"

Conchita.


La felicidad está hecha de pequeñas cosas. De pequeñas cosas hechas contigo. Un beso en la mejilla, una piruleta que me pone la lengua roja, un cofre, un donuts, y dos y tres, un viaje, muchos kilómetros, un sms para darte los buenos días, un beso de buenas noches, un mordisco a media mañana, un te quiero susurrado, una mano que sube, una falda que cae, una hamburguesa, un sofá nuevo, un susto, un beso a la puerta del trabajo, una lágrima en la despedida, una broma, una habitación de hotel, un paraguas compartido, un helado, un peluche, un oso gigante, un periódico, una blusa que se abre, una caricia, un abrazo, otro helado, una camisa mojada, un aire que no enfría, una postal, una grabadora, un pasillo de supermercado, otro sms a media tarde, un paseo, un almuerzo, muchas cenas, un regalo, un vestido que se abre, un buffet… Y así, infinitas… ¿Te acuerdas de todas?

19 September, 2008

Un verano ajetreado...

Estoy en Tenerife. Sí, siempre he querido escribir desde algún sitio que no sea Sevilla pero nunca lo he conseguido. Tampoco es que viaje mucho... (¡¡wena excusa!!)

Llevo un par de meses queriendo actualizar el blog, pero son tantos temas...
Este verano contemplé uno de los acontecimientos más emocionantes del mundo: el oro olímpico de Rafa Nadal. ¡¡¡Increíble!!!

Además, he estado algo indignada con la programación de Canal Sur (qué raro). Había un espacio televisivo llamado "Canela, limón y ... ¿?" (no me acuerdo bien), que se ha hecho aprovechando el tirón de audiencias de otro programa, "Se llama Copla". Lo que me mosquea es que lo presenta una cantaora de copla que concursó en el anterior programa (no es nada personal). Con los periodistas que hay por ahí en el paro (¿¿en el paro?? yo?? eso que es??) o trabajando de cosas que no son las nuestras y ponen ahí a una cantaora que además es, según creo recordar, diplomada en Magisterio... Lo cierto es que... En fin. Sí, era guapa.

He visto el Caballero Oscuro y... Después del oro olímpico y Wimbledon, es el tercer acontecimiento más emocionante de este verano.

El 1 de octubre me marcho a trabajar a Córdoba. Vuelvo a Córdoba.

Y lo mejor de todo, lo mejor de todo el año hasta hoy, 19 de septiembre, es que he conocido a alguien que me hace feliz, que me hace reír a carcajadas y que me hace temblar cada vez que me besa. Al que, por cierto, echo mucho de menos... Mucho mucho.

21 July, 2008

Mil noches así

Acabo de despertar. Estás a mi lado. Dormido. Te miro y sonrío, como antaño. Pero ahora sonrío sin miedo a lo que pasará después , sin miedo a que desaparezcas.
Te beso. Despacio, con suavidad; dejo caer mis labios en los tuyos y al roce de mi aliento con la comisura de tus labios casi despiertas. Vuelvo a besarte, en el cuello. La punta mi lengua recorre cada poro de tu piel erizada, desde de principio de tu cuello hasta la parte inferior de tus orejas. Mi lengua se balancea poco a poco por tu pecho desnudo. Empiezas a despertar. Me lo dice tu mano apretando mi espalda. Mi aliento sobrevuela tu torso y baja hasta el abdomen.
Sigues con los ojos cerrados, respiras con ansia, te siento palpitar. Te ansío. Te pruebo. Me gustas. Y mi lengua recorriéndote de nuevo. Acaricias mi pelo y la piel de mis pechos se eriza. Me agarras con fuerza y me atraes hasta tus labios. Estoy sentada sobre ti. Me muevo hacia adelante y tú agarras mis caderas y me miras con deseo. Con ansia. Yo, con el labio inferior mordido, te pido más. Y me muevo hacia adelante y hacia atrás. Contigo, sobre ti. Me falta aire para besarte, fuerza para respirar. Me tumbas a tu lado, me abrazas y respiras tranquilo.
Y yo te miro mientras duermes y veo el reflejo de mi sonrisa en tus ojos entreabiertos. Estoy sonriendo. Contigo.

12 July, 2008

La suerte de mi vida




El Canto del Loco me ha robado mis sentimientos hacia ti y los ha volcado en esta canción.
Tengo miedo.
¿Saldrá bien?

24 June, 2008

Anclada a ti

"Por todo lo que es mi verdad,
y porque ahora somos dos,
las almas se pueden juntar
y los espíritus bailar
jugando a nuestro alrededor..."
Jennifer López. Como ama una mujer

Me tiembla la piel cuando te siento respirar. Parece mentira.
Te miro y casi me cuesta acercarme a darte un beso; hago uso de una timidez de antaño que me impide la mitad de las acciones en las que pueda tener contacto contigo. Al principio; luego te acercas, me abrazas y te siento respirar junto a mí, y nada importa salvo el sonido casi desesperado de los latidos de mi corazón.

Me veo a tu lado, desnuda, entre sábanas blancas, cubiertas de gotas de placer y me gusto. Tumbada frente a ti, el tacto de tu piel acariciando mis mejillas, besando despacio cada hueco de mis labios, me hace desprenderme de cualquier miedo, de cualquier miedo del pasado más presente.


Te beso con ahínco, te acaricio, recorro cada poro de tu piel con la punta de mi lengua, húmeda, ansiosa, ardiente... Y al tacto de mi aliento con tu cuello suspiras con ansia; me tumbas, me agarras, me besas y acaricias. Te detienes en mis pechos desnudos, erguidos, latentes. Los recorres suavemente, con atención; y siento tu cuerpo respirar junto al mío. Al tacto de tus caderas con las mías, de tu lengua con la mía, de tus labios con los míos, apenas alcanzo a recoger aire suficiente. Y te siento en mí, agarras con fuerza mis manos, los dedos entrelazados, tu cuerpo como parte del mío, mi respiración parte de tu desaliento, mis ansias parte de tu placer.

Anclada a ti. Atrapada en ti. Prisionera de tus besos, de tus caricias, de tu cuerpo... Quiero estar contigo, sentirme desnuda junto a ti, estar contigo aún teniéndote lejos. Y que sean más de 30 días.

19 June, 2008

Tener que elegir

Contigo, quiero estar contigo...
Y conseguir que todo el tiempo sea estar junto a ti...
ECDL. Contigo.

Y entonces apareciste tú, en medio de un abismo de contradicciones y dicotomías sobre lo que quería y lo que tenía, sobre lo que deseaba y lo que me convenía. Tú, que llegaste como el otoño, en medio del último calor veraniego, después de tormentas de agosto, duras y refrescantes. Estaba inmersa en un ciclón de dudas, llena de la ansiedad que provoca saberte abandonada aún estando abrazada, cubierta de un sabor amargo que muchos días me robaba la elocuencia y hasta la sonrisa más verdadera. Era territorio hostil -y creo que aún lo soy-. Persona non grata. Desconfiada, hasta cierto punto. Aislada, por momentos.

Y poco a poco, voy dejando que tus besos llenen mi cuerpo, que mi piel se acostumbre a tus caricias. Mis labios anhelan tu aliento como el verano la brisa marina; mis brazos el calor de los tuyos como si hubiese sido siempre mío; mi cuerpo respira tu ausencia y se hunde, te busca y te anhela hasta el punto de conformarse con imaginar tus dedos recorriendo cada forma, cada curva, cada poro; se conforma al recordar como si bastase con ello.

Pese a que el miedo, a veces, me roba el pensamiento cuando te miro y me tiembla el pulso, pese a que ese mismo miedo me recuerda que todo puede ser efímero y fugaz, pese a todo, tú sigues. Y estás. Y te siento. Sonrío cuando me imagino a tu lado día tras día. Sonrío cuando me abrazas, y cierro los ojos y respiro tranquila, como si nada, nada del pasado más presente, pudiese perturbar la alegría que me invade cuando tus brazos me albergan.

El pasado más presente. Miro hacia atrás y... Y tengo miedo. Miedo a cambiar, miedo a perderte. Miedo a situarme en un punto del camino que no me permita regresar. Y pese a ello, me vuelvo y avanzo. Contigo. Contigo porque el calor de tu mano sujetando la mía me concede valor. Ese valor que mi antiguo tú me enseñó a tener. Tengo miedo a defraudar a quien tanto me enseñó y me quiso, a quien tanto confió en mí. O quizás, quizás tengo miedo a tener que elegir.

30 May, 2008

Te pierdo

Hasta que llegaste tú,
trayendo nuevas pasiones a mi vida
con la mirada que alivia mis heridas
con ese beso de amor que no se olvida.



La distancia que ayer se fraguó enre nosotros, en aquella cama que se convirtió en cualquiera después de hacer el amor, en aquella habitación insulsa que nos alejó tanto como nos acababa de acercar el amor más puro, me tiene hundida en la más profunda de las tristezas.

Me amaste hasta hacerme enloquecer, me besaste como si cada beso fuese el último, me acariciaste la piel como si cada poro fuese a desaparecer y... Te fuiste. Y te pierdo. Y no sé vivir así.

Sentir tu cuerpo de nuevo junto al mío, tu piel llenándose de la mía, mi alma entregada tanto a ti como mi ser entero, fue, como siempre, maravilloso. Me hiciste el amor de nuevo entregándome tus latidos uno a uno, recorriendo mi respiración entrecortada, llenando mis suspiros de tranquilidad y mis inquietudes de pasión. Queriéndome, amándome, haciéndome aún más tuya si es que eso era posible. Junto a ti, envuelta en aquellas sábanas ardientes, deposité mi corazón en tus manos y me entregué a ti. Y volviste a mí, como el niño que vuelve cada noche a la cama ilusionado con las vacaciones; y te llenaste de mi cuerpo y yo me llené del tuyo, y me inundé de tus sonrisas y te robé todos tus besos. Cubiertos por el placer de entregarnos, llenos de pasión, una vez y otra te dejé apoderarte de mi interior.

Y te fuiste. Desapareciste hasta el otro lado de la cama. Y entonces dejaste de ser el hombre que me había hecho el amor como nadie en 25 años, el hombre que me ha enseñado a luchar, que me ha enseñado a sonreír en medio del mismo mar de tristeza que ahora me anega el alma, me destroza el corazón y me destruye cualquier ápice de alegría que me inunda cuando cierro los ojos y siento tus labios tocar los míos. Y ahora no te encuentro. Sólo encuentro un miedo terrible, pánico a una vida llena de rutinas, de beso vacíos, de cuerpos inertes... Miedo a una vida sin ti.

19 May, 2008

Amémonos despacio y sin excusas

Amémonos despacio y sin excusas,
que tú y yo quisimos...
No queda nada más que amarte,
y si en todo apareces tú...
No queda nada más que amarte,
nada ma sque amarte...
Jennifer López. Por arriesgarnos.

La cena había sido exquisita. Entre plato y plato habías tenido cuidado con cada palabra, con cada detalle. En ninguna frase oí la palabra despedida, adiós, nada. Era nuestra noche. Velas, vino... Y tu mano agarrando fuerte la mía, protegiéndome y haciéndome sonrojar con cada mirada. Buscabas mis ojos entre la penumbra que dejaban las velas y encontrabas los de una mujer inquieta, ilusionada y nerviosa, que quería llenarse de ti, que te quería en cada sonrisa, en cada beso dulce, en cara mordisco apasionado.
Y allí estábamos, sentados en la terraza de una perfecta habitación de hotel. Al fondo, Triana cubierta de luces y protegida por una noche tan impoluta que daba miedo mirarla directamente. Allí estábamos tú y yo, sentados en un gran sillón, mirando a una zona del horizonte donde nada se distinguía de lo anterior. Me agarrabas con ternura por la cintura y yo reposaba mi cabeza sobre ti, buscando cada cinco latidos un beso de tus labios. Y mi corazón latiendo aprisa, y mi alma desarbolada e inquieta.
La brisa de marzo nos arrastró a la cama. Allí, cubiertos por una fina sábana, empecé a sentirme tuya. Besabas cada rincón de mi piel, acariciabas cada poro entregado a ti y yo me agarraba con fuerza a tus latidos para anclar mi respiración a tu cuerpo. Tumbados de frente, tu mano se balanceaba por mi mejilla y recorría mi pelo, aún húmedo. Me mirabas de nuevo, y yo volvía a sonrojarme. Bajaste poco a poco tu mano hacia mi cuerpo, me giraste hasta dejarme boca arriba. Comenzaste de nuevo a besarme, a acariciarme... Y buscaste con ahínco lo más hondo de mí para buscar mi placer... Tranquilo, lento, con dulzura... Me perdía entre cada suspiro, renacía con cada brote de amor. Te atraje hasta mí de nuevo y comencé a besarte. Te tumbaste sobre mí y volviste a buscarme. Te sentí tan adentro que temí descubrirme si seguías mirándome así. Y cada gesto, cada caricia y cada gota de placer fue llenando nuestros cuerpos hasta sentirlos como extraños pese a se propios. Agarrados, anclados, unidos... Suspiré con ansia, respiraste con pasión... Y entonces supe que era la primera vez en 25 años que hacía el amor.

09 May, 2008

A fin de mes...

El sexo de las últimas semanas había estado bien, pero... Pero era fin de mes, con todo lo que eso implicaba. Llegarías en una hora y aún tenía cosas que hacer. Y preparar.
En la puerta de la estación había al menos 20 taxis, con sus correspondientes conductores, que se quedaron prendados de la belleza vestida de negro que estaba cruzando el paso de peatones delantero.
-¿Qué tal el viaje?
-Bien; me lo he pasado durmiendo...
-¿Quieres estar despierto esta noche por algo en especial?
-Es mi intención.
Me diste un beso y me abrazaste. La ración de frases de compromiso del día ya había concluido.
Tenía reserva para el restaurante Abades Triana a las 22.00 horas. Eran las 20.45 cuando llegamos al hotel Alcora.
-Habitación 724.
-Gracias.

Casi me comes a besos antes de cerrar la puerta. Comenzaste a mordisquear mi cuello cuando intentaba meter la llave en la puerta. Tenías los brazos alrededor de mi cintura, aunque intentaste, sin éxito, meter la mano por el escote de aquel precioso vestido negro.
Déjame abrir!
Tras cerrar la puerta, inmediatamente, me agarraste por las muñecas y me hiciste prisionera contra la pared. Me besaste el cuello y todo el pecho que se dejaba ver por el escote. Me soltaste para recorrer mis muslos con ambas manos y yo te quité la camisa. Hundiste la mano bajo mi tanga y moviste los dedos a la vez mientras, con la boca abierta, buscabas y recorrías mis pechos. Te llevé casi a rastras hasta la cama. Te coloqué sobre ella y me eché sobre ti como una tigresa. Te hice prisionero esta vez yo a ti con las manos y las piernas. Perdí el vestido en el camino. Mi conjunto de ropa interior aún resistía. Por poco tiempo. Te quité pantalones y calzoncillos de una vez y empecé a rozar mi cuerpo con el tuyo. Pasé mis pechos por tu pene erecto, tenso. Luego la lengua, despacio. Suspiraste. Y volví a hacerlo. Estabas ansioso. Seguí haciéndolo, quería probarte. Me levantaste y me tumbaste sobre la cama. Dos dedos entraron en mí y luego tres. Los preliminares, ya, sobraban. Así que volviste a agarrarme por las muñecas, ahora sobre la almohada; yo abrí las piernas para quedar entregada a ti y te sentí dentro por primera vez.
No parabas de besarme. Me solté y me agarré a tu espalda. Tenía las piernas alrededor de tu cintura. Seguías moviéndote hacia adelante cada vez más fuerte y más rápido.
Te empujé hacia atrás, levanté las
piernas y mis rodillas reposaron sobre mis pechos, apretándolos más cuando volviste a penetrarme, ahora más directo, más fuerte, más intenso. Te movías rápido; te pedía más.
Te agarré con fuerza para que entraras cada vez más en mí. Necesitaba más. Agarraste mis muslos, te moviste como nunca y...

Apenas había oxígeno ya para los dos en la habitación 724.

Una ducha y al restaurante. La reserva nos esperaba.

02 May, 2008

Para lo que quedó el National Geographic...

Serían las doce cuando apareciste enfundado en aquella camisa verde, similar a las que cubrían los pechos de los soldaditos que habían estado desfilando por la ciudad aquel 12 de octubre.
Ya era hora de que llegaras. En cualquier caso, por lo que había visto nada más abrir la puerta era consciente de que la espera había merecido la pena.
Yo, sentada sobre el sillón de cuero que había a un lado del salón, te esperaba llena de ansia y deseo, inquieta por tanta fantasía imaginada y cubierta por un camisón negro, lleno de margaritas de terciopelo y con un escote en V que dejaba entrever mis dos pechos e insinuaba parte de mis ganas de hacerte el amor al dejar ver unos pezones duros y erguidos.
Sin decir nada, te acercaste a mí y me mordiste el cuello tan fuerte que te ganaste un buen azote. Te busqué con los ojos y te atraje hasta mí con las manos y las piernas al mismo tiempo.
-Paciencia, pequeña…
Estaba ardiente, pero tenías ganas de hacer travesuras. Me cogiste en brazos y me llevaste hasta la terraza de aquel precioso edificio. Abajo, la piscina estaba del mismo color que tu camisa, el césped cubierto de hojas y el barrendero peleándose con las primeras malas hierbas. Como yo. Allí, sentada en el mismo balcón y apoyada en la pared, colocaste mis piernas de forma que mis tobillos quedaron a la altura de mis caderas, el camisón liado en la cintura y mi sexo, húmedo y enrojecido, algo más abajo que tus labios. Pasaste uno a uno tus dedos por mis muslos hasta dejarlos caer hacia el fondo de mi cuerpo, casi hasta las entrañas mientras con la otra mano bajaste mis tirantes y me acariciaste los pechos. Acariciarlos es un decir. Los apretabas con fuerza, intentabas cogerlos a la vez. Seguías moviendo los dedos cuando empezaste a pasar la punta de tu lengua, llena de calor, por mis pechos, mi barriga… Bajaste un poco más y sacaste los dedos para meter la lengua. Y la moviste dentro, rápido, con fuerza, mientras me apretabas con ansia los dos muslos. Te tiré del pelo hacia atrás. No podía más, quería que pararas. Quería hacerte el amor ya, o que tú me lo hicieras a mí, pero en cualquier caso quería que fuese ipso facto. Reíste un poco, con cara de niño travieso.
Volviste a cogerme en brazos, me llevaste dentro –no sé en qué momento perdiste los pantalones- y me colocaste contra la estantería. Me agarraste por las caderas y, apoyada contra los libros de la última colección de Nacional Geographic, sentí un intenso brote de placer entrar de nuevo en mis entrañas. Lo más hondo de mí te sintió llegar tan fuerte como las primeras lluvias de enero. Golpeaste una y otra vez mi sexo contra el tuyo, mi espalda contra los tomos de la estantería, mis pechos contra el tuyo; me faltaba el aliento, se me entrecortaba la respiración, volaban mis latidos y mis gritos se hacían más eternos conforme tus embestidas se hacían más fuertes y profundas. Clavé mis uñas en tu espalda, grité un poco más fuerte y abrí todo lo que pude las piernas para que la última fuese la más intensa y la más potente. Y así fue.
Reposé mi cabeza en tu hombro aún contigo dentro de mí en el más amplio sentido de la palabra y me tumbaste sobre el sofá.


Para aquellos que eligieron en la encuesta la opción "Me encantaría". Gracias.

23 April, 2008

Feliz, de nuevo




Gracias, gracias por hacerme tan feliz. Por hacerme sonreír de esa forma tan tonta y a la vez tan inquietante. Gracias por esa conversación llena de caricias y gestos cómplices; por acariciarme la nariz, por agarrarme la mano cuando no podía respirar.
Gracias por un día inolvidable, de nuevo. Por sorprenderme a cada momento, por ayudarme, por hacerme sentir especial. Gracias por tus besos, por tus caricias, por tus mordiscos. Gracias por convertirme en alguien mejor, por ayudarme a ser mejor, por hacerme especial, por quererme de esta forma. Gracias por ayudarme a crear ilusiones nuevas y mantener las antiguas; por sacarme del vacío y volcarte conmigo, por sonreír en un mar de lágrimas, por llorar de risa.
Gracias por ser como eres y por hacerme mejor cuando estás conmigo. Gracias por estar a mi lado en cada latido y en cada desaliento, por convertir mis contratiempos en consejos, por hacer de mis días una historia que contar.
Gracias, sobre todo, por hacerme tan feliz. Porque yo, yo no he sido tan feliz contigo... Yo soy inmensamente feliz contigo.

17 April, 2008

Nadie como tú



Nadie como tú. No ha habido nadie nunca así. Nadie que me conceda este valor, esta sinceridad, esta alegría con sólo mirarme.
Te miro, sonrío... Y me siento guapa.
Pero, hace demasiado tiempo que no te miro. Hace demasiado que no te veo sonreír, ni te oigo suspirar. Y ya no sé a qué sabe tu sonrisa ni sé cómo huelen tus silencios. Porque tú comprendes los míos, y callas mis gritos con sólo acariciarme el rostro. Y secas mis lágrimas, y las guardas, y me convences de que mañana saldrá el sol, y me convences de que puedo y sé sonreír.

Pero te echo de menos. A cada instante, en cada latido. Y no te encuentro en cada lágrima ni en cada silencio. Ni en cada noche oscura y vacía. Y me siento perdida, y no me siento guapa. Y lo único que quiero es cerrar los ojos y despertar a tu lado. Pero, cada mañana, la persiana deja entrever un poco de luz y me devuele a la realidad. Me giro, veo la cama vacía y me echo a llorar. Y el día se convierte en una rutina triste.... Una rutina sin ti.

09 April, 2008

Perdida...


¿Cuántos gramos pesa mi alegría?
¿Cuánto pesa el miedo a ser feliz?
Nunca me he sentido tan perdida
Y a ti tan lejos de mí.
La oreja de Van Gogh. Perdida.


Las pérdidas me dejan más vacía aún de lo que ya me siento. Las pérdidas, de personas, de relaciones, de objetos, crean en mí un abismo sobre el que me observo y al que caigo en cada recuerdo.
El daño que me causa perder la ilusión que le he puesto a cada proyecto de esta semana me tiene casi hundida. No me deja siquiera hablar contigo. Me hace caer, sucumbo y me pierdo entre lo que pudo ser y al final no fue. A cada caída me levanto ensando que no volverá a suceder, que tengo que seguir adelante, como tú me enseñaste, pero me resulta tan difícil seguir adelante sin mirar atrás. Sin pensar que atrás se quedó aquello, que aquello se mantiene vivo, conmigo, día tras día, sin dejarme mirar hacia adelante salvo en los ratos que comparto contigo. Porque, como te he dicho siempre, en los ratos que comparto contigo mi vida cambia, gira, se detiene, se suspende y me siento protegida. Y no me siento amenazada por los recuerdos.
Esta semana casi pierdo lo poco del pasado que aún me mantenía despierta cuando cerraba los ojos. Aunque tal vez, sólo sea una excusa a la que aferrarme y pensar que aquello pudo salir bien, que aquello fue real... He perdido demasiadas ilusiones esta semana. Demasiadas como para pensar que todo va a seguir igual. Demasiadas como para sonreír, pese a mis intentos e incluso pese a los tuyos. La ilusión me mantiene despierta, me hace volver a caminar, volver a reír. Me hace esperar, huir del dolor, ahuyentar el daño, me hace fuerte, casi tan fuerte como cuando estoy contigo. Pero...

04 April, 2008

Ya nada es lo mismo...

"Sin ti, nada es igual,
porque la vida no se tiene
que soportar sin tu cariño, amor"
Manuel Carrasco

Y de qué me sirve buscar otros besos y cubrir mi cuerpo de otras caricias, si de todas formas ya no estás, y no es lo mismo, no es igual. Ni nada me hace sentir como tu calor, ni nada me hace temblar como tu sonrisa.
Y para qué quiero tener otro cuerpo junto a mío, si mi piel te añora a cada paso y no quiere tener otras caricias que no sean las tuyas. Las rechaza, las odia, las obliga a marcharse. Te echa de menos, echa de menos el tacto de tus labios recorriéndola, echa de menos tu aliento atravesándola y echa de manos cada una de las gotas de placer que la cubrieron aquella noche. Se ha acostumbrado a tu olor, a tu sed, a ti, y, como yo, te echa de menos.
Y ahora no me sirve de nada querer encontrarte en otros brazos o en otros labios porque no estás en ninguno. Y no me sirve de nada entregarme a otro corazón porque no soy yo quien se entrega, ni es mi cuerpo, ni me siento bien. No me sirve de nada porque sólo me entrego a ti, porque te busco en ese cuerpo extraño y no estás, y entonces caigo a un vacío hondo, lúgubre, tenebroso, al vacío de la vida sin ti, al vacío que me provoca sentirme amada por quien no me ama, o al menos por quien, por más que lo intenta, no consigue amarme como me amaste tú, como me besaste tú, como me hiciste amar aquella noche tan nuestra.

01 April, 2008

Ahora que no te encuentro...

"Se alejó de mi vida, de un solo golpe,
se fue sin decirme adiós,
me rompió la sonrisa, las ilusiones,
el alma y el corazón..."
Alejandro Fernández.

Me hundo, no respiro. No te siento, me hundo. No te siento, no te noto, te anhelo, te ansío, pero no te encuentro. No te encuentro en mis besos ni me encuentro en los tuyos. Te espero, quiero acercarme a ti, quiero tenerte cerca, quiero sentirte de nuevo en cada poro de mi piel, quiero ser tuya de nuevo. Pero no estás, o no quieres, o no lo deseas.
Y ya no sé cómo buscarte o cómo llamarte, ni sé cómo desearte para que me desees como antes, ni sé cómo besarte ni por qué no quieres que lo haga. Te ansío, te llamo, a gritos, con los labios cubiertos de lágrimas, con la cara deshecha, con el corazón roto. Me dueles en el alma, esa alma vacía, insulsa, inexistente, invisible.
Apenas recuerdo ya cómo era besarte, acariciarte; cómo era sentirte feliz al tener mi cuerpo desnudo sobre el tuyo, no sé cómo sentirme ahora que es el vacío lo único que atrapa mis días en el calendario, lo único que sigue moviendo mi corazón por latidos.
No sé qué decirte, cómo decirte que te echo de menos, siquiera si quieres saberlo. Ahora, me llena tu ausencia el dolor de mi pecho, me llena el alma la ansiedad de no sentirme tuya, me cubre el cuerpo ese aire frío de los inviernos sin ti, me arrebata el dolor cada recuerdo que era tuyo y luego fue mío.
No quiero llorar así por ti, ni por lo que fuimos y ya no somos, ni por lo que pude ser contigo y ahora no sé cómo recuperar. Porque yo no soy si no te siento, porque no me siento si no te tengo, porque si no te tengo no soy y respirar es sólo un movimiento mecánico, una rutina que seguir. Igual que despertar y vivir, la misma rutina que cubría cada uno de mis días antes de que llegaras, antes de que me quisieras, antes de que mi cuerpo fuese el destino de tus besos.

29 March, 2008

Atrapada en ti

"..y no puedo evitar echarte de menos mientras das la mano a mi tiempo y te vas. hoy siento que quiero verte y verte y pienso que recordaras las tardes de invierno por madrid..."
La Oreja de Van Gogh. Puedes contar conmigo

Te echo de menos. Y no es sutil, ni delicado ni bonito. Lo sé. Pero te echo de menos. Siento tu ausencia clavarse en mi pecho cada vez que lleno mis pulmones de aire, y te echo de menos.
Suspiro, sonrío, me quedo en el aire suspendida en un recuerdo, inmersa de lleno en un beso y te echo de menos.
Un mar de soledad me inunda cuando cierro los ojos, me cubro de miedo, siento pánico por el dolor que me provoca sentirte lejos, más lejos aún, y... sólo, simple y dolorosamente, te echo de menos.
Tu sonrisa se está difuminando hasta tal punto de que ya no logro formarla completa; mi piel ya no huele como cuando la acariciabas; mis labios no susurran, gritan, te llaman, te anhelan, pero no apareces. Y se me hiela el aliento y se me destroza el alma, y se me anega el corazón de llanto, porque te echo de menos a cada paso, en cada respiración, a cada instante que intento sonreír como tú me enseñaste, en cada latido que mi corazón provoca, en cada suspiro que mis pulmones dejan escapar. Te echo de menos antes de dormir y al despertar.
Y sobre todo te echo de menos cuando me siento atrapada y no encuentro tu mano para salir.

18 March, 2008

Una sanción ejemplarizante, como siempre

Decir que estoy indignada es poco. Cuando abrí la página de As (porque como recordamos, ya no leo el Marca) y vi la resolución del Comité sentí dos tipos de sensaciones. Una, de alivio, al menos sólo fueron dos partidos de sanción. Dos, de cabreo absoluto, para qué andarnos con eufemismos. Y para colmo de males, resuelta que, según el presidente de Comité de Competición, Alfredo Flórez, el hecho de dar por concluido el partido a falta de veinte minutos por jugar es "excepcional". Es decir, que no es normal, que no se debería hacer y que no se va a volver a hacer con nadie. Es más, se supone que como Caparrós ya había hecho los tres cambios ya no podían poner porteros. Vale, pero es que según el reglamento pueden jugar los mismos 22 jugadores, se espera a que Armando se recupere y ya está. No, no, se le quitan esos 22 minutos que según el reglamento el Betis debe tener (porque claro, dice el reglamento que el partido tiene que durar 90 minutos). Eso, con el reglamento en la mano, que se supone que es lo que importa. Ah, pero no, lo olvidaba, es que es un hecho "excepcional".
Claro. Entonces, como dice el presidente del Betis, José León, ahora los fanáticos del fútbol tienen un filón. Le pago a un tío 4.000 euros para que se vaya al campo de un rival y tire una botella. Así, el árbitro suspende el partido, Competición se lo da por perdido y así tenemos ventaja. Esto está de p.m. Pero no, es que es un hecho excepcional. Manda... En fin. Somos los pobrecitos de España. Andalucía en general. Claro, como estamos más abajo de Despeñaperros, claro, aquí sí que aguantamos lo que nos echen, somos andaluces, no hay problema. Qué más da. Nos aguantamos. Pues no. Ya está bien de zarandearnos de esta forma. Deberíamos unirnos todos los clubes y plantar cara. Adulterar la competición. Darles donde más le duele.


En cualquier caso, es la misma cantaleta del post anterior y lo mismo de siempre. Y para colmo dicen en Bilbao, atención, no tiene desperdicio: "Nosotros hubiéramos deseado terminar el partido y disputar los noventa minutos el pasado sábado por lo que no podemos estar satisfechos con que se dé por finalizado por circunstancias como las que acontecieron en Sevilla, pero también creemos que lo ocurrido tenía que tener consecuencias y nos parecen ajustadas.

En resumen, que para quedar bien, preferían jugar los 90 minutos, pero claro, si se lo regalan, está bien hecho. O estás conmigo o estás contra ellos. No se puede estar en misa y repicando. Cada cual que tenga la opinión que quiera, pero.... Un par de apuntes para la reflexión.

1. ¿Se le hubiera dado por perdido el partido al Athletic de haber ocurrido en San Mamés?

2. ¿Se le hubiera sancionado? (ja-ja-ja)

3. ¿Cuándos partidos cumplió el Vicente Calderón por la botella de Ballantines?¿Y San Mamés por los objetos que le tiraron a Casillas?¿Y Valencia por el monedazo al linier? Ah, ninguno. Ah, nada, no pasó nada. Multita y a casa. A jugar el próximo partido.


No, así no merece la pena creer en esta liga. Qué vergüenza.

PDTA: Gracias a Del Nido, se ha portado usted como un señor.

PDTA2: interesantísima noticia en As. Bates de béisbol, cadenas y bengalas en un autocar osasunista. Pero, claro, hay que esperar que le den a alguien para que se le sancione, y que esté de Despeñaperros para abajo.

15 March, 2008

El botellazo a Armando y cómo estropear la profesión

Llevo desde que se suspendió el Betis-Athletic dándole vueltas a cómo empezar a escribir. Sería inútil escribir tópicos y típicas frases sobre que es un energúmeno, sobre que es un hecho que enturbia a una afición, sobre que se deben tomar medidas, pero... Pero casi pierdo el respeto que le tengo a mi ordenador cuando he entrado en la web de marca y he leido el siguiente título:
"El Ruiz de Lopera vuelve a liarla". Vergonzoso. Y no sólo el botellazo a Armando, que eso se da por supuesto. Señor Pablo Egea, que es quien firma el artículo, en la web de Marca. No es el Ruiz de Lopera quien la lía. Me parece manipulador, demagógico y ciertamente xenófobo titular así un artículo en un periodo nacional y, al tratarse de una edición digital, internacional. Es, sencillamente, repulsivo. Más allá, como digo, de que el hecho sea totalmente condenable -el Betis lo ha condenado por su web oficial a los minutos, el propio Edu o Joaquín Caparrós también-, me parece lamentable que se utilice de esa forma tan... tan... (no sé qué palabra poner ahí exactamente) un hecho, una información y sobre todo una profesión. La suya, que como la mía, es la de periodista.
Es repulsivo primero como periodista, después como bética y tercero como persona. Por suerte, leo los comentarios a la noticia y veo que casi nadie está de acuerdo.
Por partes.
1. Sancionar al Betis con el cierre del estadio no ayuda a nadie. Al infractor le da igual, exactamente igual, que las restantes 44.999 personas presentes en su asiento, viendo a su equipo, tengan que irse a otro sitio. Y precisamente esas personas, que se comportan y ven el fútbol como un deporte, como una afición como cualquier otra, son las que van a sufrir las consecuencias.
2. El Betis, ni ningún equipo de Primera tiene derecho de admisión. ¿Cómo sabemos quién va al fútbol a animar y quién a hacer daño? No todo es tan fácil.
3. Cárcel. Creo, y lo digo con toda la valentía que puedo tener, que este tipo de actos deben estar condenados con cárcel. Si se produce en medio de la calle, tendría su denuncia, porque Armando no es el portero del Athletic, es una persona, que está en su puesto de trabajo y que ha sufrido una agresión condenable.
4. Al césar lo que es del césar. El partido estaba en el minuto 68, no en el 90. El Betis tiene derecho a esos minutos.
5. No se puede jugar así con los sentimientos de las personas. Me refiero al artículo que aún me enardece. Y no quiero recordar nada en el Camp Nou, ni en La Romareda ni en el Sánchez-Pizjuán porque esto pasa en todos los campos, porque pasa en todas las ciudades. Porque el Ruiz de Lopera no ha vuelto a liarla, Sr. Egea. Desde luego, han perdido una de las mayores lectoras que tenían. Les dará igual, lo sé, tienen millones más, pero me parece vergonzoso.
Hay mil formas de haber enfrentado ese reportaje de una forma objetiva. "Cuarto episodio de violencia en el Ruiz de Lopera". Por ejemplo. Y no tiene el matiz que ustedes han querido darle. De todas formas, es la cantaleta de siempre. Madrid, la capital del reino, mira hacia abajo sólo cuando hay dos tipos de cosas: comedias o tragedias. Qué pena criticar tanto a Cataluña cuando, cada vez que se trata de mirar de Despeñaperros hacia abajo, se hace con saña y casi con alevosía. Qué pena. Y, sinceramente, hoy, qué asco.

05 March, 2008

Amanecer junto a ti

"Si amanece y ves que estoy despierta,
porque de tu amor aún no estoy llena,
ámame otra vez, ámame otra vez,
con las mismas fuerzas que la primera vez".
Si amanece y ves... Rocío Jurado.

Amanecer junto a ti me ha regalado la mejor de las sonrisas. Verte partir, desde la ventana, con una cama tan vacía como mi alma, me ha robado la sonrisa, me ha abandonado al frío de la mañana y me ha congelado la primera lágrima del día en la mejilla, mientras mis ojos te veían empequeñecerte en la distancia tanto como cuando me miraste a los ojos la primera vez y me sentí enana.
Amanecer junto a ti envuelta en tu olor, olor que mi piel aún conserva intacto, me ha devuelto la alegría, me ha hecho reír, me ha hecho mirarte, acunarme en tu mirada y besarte con tanto ahínco que temí despertarte.
Y me he vuelto a despertar por segunda vez, te he buscado entre las sábanas y en los rincones más escondidos de una cama vacía e insulsa y ya no estabas, y me he girado esperando encontrarte al otro lado pero sólo he visto esa maldita ventana, por la que te había visto alejarte hacía apenas unas horas y he vuelto a llorar. Y me he enfadado. No contigo, ni conmigo. Me he enfadado con el puto tiempo, y me he enfadado hasta el punto de golpear las paredes una y otra vez con mis labios gritando tu nombre, con mis ojos vidriosos, vacíos, llenos de lágrimas y de dolor porque no estabas, porque ya no estabas.
Cerrar los ojos junto a ti ha sido como cerrar los ojos y soñar, salvo que el sueño fue antes, cuando me estabas besando, cuando me acariciabas la espalda, cuando buscabas con pasión y deseo cada poro de una piel sedienta de ti, una piel que te anhelaba desde el momento que te vio la primera vez.
Amanecer junto a ti ha sido como respirar ese aire puro que sólo hay en la cima de las montañas, como tocar la primera ola del mar en primavera, como acariciar el azul del mar a millas de distancia, como encontrar… Como encontrarte aquella vez en la que, perdida, sin rumbo, vagaba por entre los días buscando una razón para seguir andando. Amanecer junto a ti ha sido, simplemente, el mayor de los regalos.

26 February, 2008

Feliz






Lo había imaginado cientos de veces... Había imaginado cómo me sumergiría en tus pensamientos, cómo te adentrarías en mí. Había imaginado una y otra vez cómo se sentiría mi piel cuando tus manos anhelasen su textura; cuando las mías recorriesen tu cuerpo ardiente. Había imaginado cómo me vería ante ti, cómo sería la ilusión mezclada con la inquietud, la inquietud con el deseo, el deseo con el placer... Había imaginado cómo besarte, cómo era besarte, cómo... Y ahora, cuando sé cómo es besarte, cómo me siento al hacerlo, cómo me haces sentir al besarme, apenas puedo creerlo. Y ahora sé qué se siente cuando la piel se cubre de placer; sé qué se siente cuando mis labios acarician los tuyos y tiemblo porque no es un sueño; cuando mi cuerpo se llena de ti, cuando me lleno de tu calor, cuando tu aliento me atraviesa, cuando me sonrojas, cuando te burlas, cuando me acaricias el pecho desnudo y la piel erizada. Sé qué se siente cuando el amor fluye entre la sangre acelerada de mis venas, cuando la pasión me envuelve, cuando tu pasión me llena.

Siento que he cerrado los ojos en el primer beso y no los he vuelto a abrir hasta el último; siento mi cuerpo, junto al tuyo, tendido, cubierto de una extraña felicidad que ahora me llena la sonrisa, lleva aire a mis pulmones, sangre a mis venas, vitalidad hasta los más hondo de mis entrañas... Y alimenta cada uno de los momentos vividos contigo.
Aún puedo sentir a qué saben tus caricias y a qué huele mi pelo después de acariciarlo; aún siento tus manos galopando sobre mi pecho desnudo, tu cuerpo asido a mi cintura, tu respiración anclada a los latidos desarbolados de mi corazón. Aún puedo pensar en ti y sonrojarme, como cuando el primer beso en la escalera, y sonreír como si sintiera esa vergüenza tonta que tanto te hace reír. Y puedo reír pensando en ti, y puedo soñar, y puedo imaginar... Sobre todo, puedo, sin necesidad de cerrar los ojos, verme reflejada en ti y sentirme feliz.
"Lo que quiero decirte, amor, es que he sido tan feliz contigo".
Alejandro Sanz.

23 February, 2008

Antonio y...

Esto huele a tongo...

Lo primero que a uno le enseñan cuando va a una Facultad de Comunicación es a contrastar la información. Lo primero que te enseñan cuando vas a hacer las prácticas es que la información tiene muchas caras. Y lo primero que te enseña la vida es que todo el mundo es inocente hasta que no se demuestre lo contrario. Pues con tres argumentos como estos tan variopintos, dispares y diversos, yo me mojo: "Se llama Copla" fue un tongo. Y me explico y doy argumentos, para que nadie me acuse de favoritismo.

1. El programa ha durado casi cuatro meses (comenzó en noviembre), en los cuales Antonio Cortés ha sido el favorito del público en aproximadamente un 70% de ellos. Y llega el duelo final, en el que los votos sólo se reparten entre dos concursantes, siendo uno de ellos el que menos voto ha recibido esa noche... ¿y? Primer punto para pensar.

2. Y tras la teoría, la práctica. He mandado como mínimo 11 sms (digo como mínimo porque son los que se han quedado registrados en mi Motorola V3 Music) y he recibido 10 respuestas: "Se llama Copla no contabiliza los sms enviados fuera del horario de programa. Gracias". Y los he enviado mientras Antonio cantaba. Si querían pruebas, ahí la tienen.

3. El punto dos se refiere a los sms. En cuanto a las llamadas, habré hecho como 20, de las cuales 17 han salido como red ocupada -comprensible, todo el mundo llamaba a la vez- pero en 3 ocasiones nadie ha descolgado el teléfono. Y luego dicen que hay paro. Tercer punto para pensar.

4. Lo cortés no quita lo valiente. Joanna ha cantado genial, tiene una gran voz y es una gran artista. Pero... lo cortés no quita lo valiente para lo bueno y para lo malo, ¿da qué pensar? Pues sí. Y mucho.

5. Por último, no quiero pensar que esto tenga nada que ver con localismos ni estupideces varias -el tema me enardece profundamente-. Da igual que sea de Sevilla o de Marte (como dice Antonio), pero, ¿casualidad? Puede que sí o puede que no. Que cada cual piense lo que quiera.

19 February, 2008

Te miro, sonrío y...

¡Ay! Mi piel, que no haría yo por ti,
por tenerte un segundo, alejados del mundo,
cerquita de mí.
Hay amores. Shakira.
Creo que son nueve los textos que he empezado a escribirte desde hace unos dos días. Sólo. Y cuando te escribo tres líneas las veo vacías y empiezo de nuevo. Y te imagino, sonrío y... Y aún no sé por qué esta angustia. Esta semana ha sido tan dura... Hace demasiado tiempo, y eso se nota en este corazón helado, en este alma que camina a medio gas, que se detiene en cada gesto y en cada abrazo, en cada risa y en cada mirada, y no logra seguir adelante sin arrancarme una lágrima, sin maltratarme como el peor de los agresores. Mi angelito y mi diablito han dejado de discutir, incluso el segundo ha enterrado su tridente. No quiere verme así... Hasta él está dando muestras de humanidad y consuelo... Pero aún así soy incapaz de encontrarte, aún así, hoy por hoy, te echo tanto de menos... Y sí, es cierto, probablemente estaré haciendo un drama de lo que no es, probablemente. Pero, aún así, hay un valor extraño que me secuestra la voz cuando escucho la tuya y no me deja llorar ante ti, ni decirte que estoy triste...

-Cielo, sabes que es inútil que lo ocultes...
Lo sé, pero...
Y de un tiempo a esta parte... Me vuelve a costar un mundo sonreír. Sólo lo hago cuando veo esas siglas... Y te imagino, y sonrío, y...

09 February, 2008

Imaginándome junto a ti

"Quiero volar, lejos de aquí escapar.
Dime, mi bien, quién me llorará
si me dan alas y echo a volar.
Quiero dormir, no quiero despertar,
quiero ser la lluvia al otro lado del cristal,
quizás alguien me espere
en la oscuridad".
Ismael Serrano. Caperucita.


Imaginar cómo se verá mi cuerpo junto al tuyo. Llegar a acariciar lo que sentirá mi corazón cuando lo roces en el primer beso. Sentir, por un instante, el calor de mi piel si la tuya la acaricia.
Imagino y tiemblo. Te miro y sonrío. Despierto, abro los ojos y estás conmigo. Es un sueño, y no estoy dormida.

Quisiera saber cómo voy a sentirme cuando tus labios galopen por mi pecho desnudo; cuando tus besos resbalen por mis caderas; cuando tus caricias derritan mi timidez y me encierren en tus brazos. Quisiera saber qué decir cuando el placer fluya por mis venas; cuando tú, junto a mí, descanses desnudo sobre mi pecho. Saber qué hacer con mis manos para abrazarte más fuerte.
Y te imagino, y te miro, y tiemblo. Y sonrío, y te veo.

Quisiera sentir de nuevo el corazón respirar sin aliento mientras me miras. Quisiera cerrar los ojos y verte sonreír. Quisiera... Quisiera saber cómo lograr que cada sentimiento aparezca cuando no estés conmigo; quisiera guardar tus caricias en el recuerdo y sentirlas mías cuando me entristezca tu ausencia. Y besar tus besos, y recorrer tu cuerpo como tus manos recorrían el mío. Y sellar mis ojos con el balanceo de tus dedos en mi espalda. Y buscarte en lo oscuro de la noche y encontrarte en el deseo que me invade cuando imagino tu cuerpo junto al mío, mi alma desnuda junto a ti, mis labios recorriendo los tuyos sin ningún horizonte que alcanzar.

03 February, 2008

Nuestro

En realidad, mi intención era hablar de fútbol, pero... no me apetece. Vengo escuchando a Ismael Serrano en el coche mientras me cae agua en cantidades industriales; y a mí, a mí la lluvia me pone triste. Y eso que ya todo vuelve a la normalidad, que ya vuelvo a hablar contigo, que ya he estrenado mis zapatos rosa fucsia... Pese a todo, vengo discutiendo con el diablito sobre la próxima vez. El angelito le venía recriminando tanto cachondeo sobre tu beso y él seguía descojonándose. Están todo el día igual. Y yo recuerdo una y otra vez cómo te vi acercarte a mí, cómo recorriste la distancia que nos separaba y cómo sentir el calor de tus labios tan cerca de mí que sentí cómo me recorría el cuerpo un intenso calor que casi me hace caer. Fue un beso, sólo un beso, pero fue el beso más dulce del mundo. Fue mi beso. Tu beso. Nuestro beso. Sí, fue nuestro. Y normalmente sonrío cuando lo recuerdo, normalmente hasta me río al verme con esa cara de tonta, pero hoy... Hoy se me saltaron las lágrimas porque hubo un momento en qué quise saber a qué sabías y no lo he encontrado al instante. Debía ser el frío, o la lluvia, o la carretera... De todas formas, al instante he sentido cómo el angelito me acariciaba el rostro y me decía... "Recuerda, si lo deseas mucho, se hace realidad cielo". Y he vuelto a sonreír, y he vuelto a saberte mío, a sentirte mío, a tenerte conmigo. Y he vuelto a sentirme yo, tan guapa como cuando me miras, tan especial como cuando, aquella vez, allí, me besaste.

25 January, 2008

La huida

Es cierto, no es nada original copiar una canción y contar eso como un post del blog. Pero ésta, ésta me ha robado el corazón. No me canso de escucharla, la repito una y otra vez, me veo reflejada en las letras más allá de las mismas.

La huida, de Ismael Serrano.
Ella tiene 15 primaveras, pocas mentiras que contar, dos pendientes de primero y aún no ha visto el mar. Mientras lo espera, sobre la acera, se derrumba el mundo.
Él tiene 16 agostos y una nube que robó, y versos de Extremoduro volando en la habitación. Mientras la sueña, copia un poema que luego hará suyo.
Y como cada tarde la ciudad, se detiene en el instante en el que él la pasa a recoger. ¿Qué tal en clase? Llegaste tarde. No me riñas, ven.
Y ella aprieta la carpeta contra el pecho y en el cielo, anémonas de humo, antenas de coral; si quieres mi vida te rapto yo un día y te llevo a ver el mar.
Una tarde como otra cualquiera, él la pasará a buscar, con el alma en un pañuelo, con el coche de papá; sube al barco niña, esta es la huida que te prometí.
Ojalá que tengan suerte tal y como los soñamos, y al paraíso les lleve la Nacional IV. Amor, ¿por qué lloras? ¿Qué es lo que te pasa? Será que soy feliz…
Y nada más pasar Despeñaperros, se les echa encima el sueño, y las ganas de compartir sudores. Paro y nos dormimos, afuera queda el frío con la oscura noche.
Al rato, el coche queda lleno de vahos y de vuelos, de playas infinitas, carreteras sin fin; arenas desiertas, mil atardeceres que acaban en ti.
No será la luz del alba lo que los despertará, ni una gran ola rugiendo, no será el olor a sal; una pareja de picoletos pegándoles voces.
Como el cristal de los sueños, de camino al cuartelillo, se han quebrado un par de vidas, entre broncas y gritos. ¿A quién se le ocurre? Se les hace una nube, y una ola se rompe.
Y ya de vuelta a la ciudad, donde nunca sabe a sal, la piel y la lluvia que a veces te besa, se van para casa, escuchan aullidos, golpes que no cesan. Los viejos les prohibieron la salida, el tiempo fue arando sus vidas, quemando poemas, carreteras sin fin. De vuelta hacia casa, mil atardeceres que acaban sin ti.
La ciudad se siguió derrumbando, en la acera mientras tanto, anémonas de humo, antes de coral. Él se pierde en la bruma, y ella sólo recuerda cuando mira el mar.
Le asalta la duda de estar viva y recuerda alguna huida cuando aún no sabía mentir. Amor, ¿por qué lloras? ¿Qué es lo que te pasa? Será que soy feliz.

La única pena, salvando las distancias, es que he tenido que esperar diez años más para tener mi huida. Y para sentirme viva. Pero… ha merecido la pena. Merece la pena.

11 January, 2008

No hay (Lopera) que cien años dure...

Llevo un par de días diciéndome a mí misma que tengo que escribir en el blog, pero... Tanto temas, muchas ideas y todo en el aire.
Pensé escribir sobre fútbol; perdón, rectifico, sobre el Betis, el derbi, las gafas de Undiano Mallenco y la banda que decía estar pisando el Sánchez-Pizjuán (ellos estarían, pero yo no los vi). Sólo puedo salvar a Edu. A Ricardo así así. El primero fue gol de Undiano, digo, de Luis Fabiano -es que como terminan igual y tienen el mismo premio-... El segundo, impecable. No pudo hacer nada el bueno de Ricardito. Y en el tercero normal que no hiciera nada, cómo va a pensar el hombre que, encima de que sus compañeros no hacen ni el huevo, se dedican a meterse goles en su propia portería. Debieron pensar que ya que no podían meterle ninguno a De Santis, pues nada, a Ricardo, que meter es lo importante. Meter goles, se entiende. Ése es el resumen del derbi. Lo de Undiano lo digo sin ningún tipo de acritud. Sólo por mantener un poco el cachondeo. Porque de no ser por él, el Betis (o esa banda que va vestida de verde y blanco) hubiera perdido exactamente igual.
Y claro, esto ya viene a toro pasado; pero es que una necesita tiempo para digerir estas cosas. Lo del Valencia era esperable, salvo por un pequeño detallito: Joaquín. El tío más bético que el escudo y... ¡Toma! No quieres lentejas, pues el plato lleno. Dos goles y la eliminatoria encarrilada. Bueno... Siempre nos quedará la Liga.
Pero en realidad, ya sé de lo que voy a escribir. Voy a escribir sobre Chaparro y sus "métodos", por llamarlo de alguna forma. Por partes, como Jack, el destripador.
A mí me parece de p.m. que el hombre quiera motivar a sus jugadores, con la mirada del lobo o con la de un hipopótamo. Y que le ponga canciones, Resistiré o Living la vida loca. Cada uno utiliza lo que tiene. Incluso, es medio comprensible, MEDIO, que el déficit profesional que tiene el equipo, esto es, la falta de jugadores, la quiera compensar con actitud. Perfecto. Excelente. Olé, si hace falta.
Y he aquí el problema. He aquí lo que me ... molesta, por usar un eufemismo. Estas cosas no deben salir del vestuario. Como si quieren ponerse todos desnudos dentro a bailar alrededor de una hoguera. Que muy bien, joder, pero que no salga de ahí. Que si lo que pasa en el campo se queda en el campo (¿Verdad Undiano?), ¿por qué (...) tenemos que sacar a relucir más miserias de las que ya tenemos?
Y luego, así nos va. Y luego, tenemos la desfachatez de quejarnos de que somos el hazmereír de toda España. Y qué quieren ustedes, que la gente venga y nos dé una palmadita en la espalda a lo mejor, y nos consuele, y nos diga que no pasa nada, que otro años erá... Nosotros siempre hemos sido así, siempre hemos sufrido por el Betis, siempre hemos terminado los partidos rezando y siempre nos hemos levantado. Ahora no encontramos el rumbo, y todos coincidimos en que Lopera (me niego a llamarle Don Manuel, que ése Don hay que ganárselo) debería de irse (¡¡¡váyase ya!!!), pero... Ahí está, y el Betis sigue siendo el Betis. Y esto es un sentimiento que tenemos que mantener pese a Manuel y su corte y pese a quien quiera. Nosotros somos una de las mejores aficiones de España, y lo vamos a seguir siendo. En Primera o Segunda Regional. Yo sigo con mi bandera del centenario puesta en el balcón porque para mí no es un sentiemiento de cien años, es un sentimiento eterno. Con Chaparro o con Hugo en el banquillo. ¡Basta ya de tantas tonterías! Seamos serios, mantengamos nuestra afición y no habrá mal que cien años dure. Ni Lopera que cien años dure. Al final de la tempestad siempre llega la calma, lo dice una experta en tempestades.
SENTIR, LUCHAR, GANAR... ¡¡¡PODEMOS!!!
PDTA: sí, es la segunda vez que pongo a Sobis... Es mi debilidad.