29 October, 2008

Traiciones de la pequeña pantalla



Ayer vi en el cine ‘Noches de Tormenta’, con Richard Gere y Diane Lane. A mí me encantó. Y no es que sea un peliculón pero tampco es la típica película romántica made in Hollywood. Tiene golpes duros, divertidos y a ratitos, preciosos.
Pero sobre todo es triste. Tan triste, que de los 98 minutos que dura la cinta, 80 los pasé llorando. En parte por la película, en parte porque vino a reflejar lo que yo siento cuando te vas. Tristeza. Se me para el pulso cuando me besas, pero se me parte el alma cuando te marchas.

20 October, 2008

Mis ratitos contigo



El pasado sábado, esta canción me arrancó muchas lágrimas. ¿¡Pero?! Preguntaste. Sí, lágrimas que se repiten domingo tras domingo. Porque te pierdo. Porque no sé cómo evitar esta sensación de abandono cada vez que te marchas. Cada vez que abandonas mi cama y te marchas. Cada vez que cierro la puerta e intento agarrarme a ella para rescatar tus besos mientras tú te alejas detrás de ella. Cada vez que abro los ojos a media noche y me doy media vuelta y no estás. Cada vez que llegan las cinco y media de la tarde y no te veo subir las escaleras mecánicas a toda velocidad. Cada vez que dan las once de la noche y miro el teléfono esperando tu llamada para cenar en el Bocatta. Cada vez que llegamos a esa maldita rotonda en la que dos carteles señalan dos caminos diferentes: Sevilla y Córdoba. Ahora, ahora que por fin mi camino había encontrado un camino que seguir. Paseo ausente, te anhelo, te ansío, y no te encuentro. Y la canción sólo habla de desamor... “hay cosas que no me entregarás...” Pero no, no hay nada que yo no te entregue y tú no me entregues, pero... Pero tengo miedo a que lleguemos a distanciarnos. Y yo, “me hundiré sin remisión...” si tú no estás. Si no estás más tiempo que esos ratitos. Sólo vivo esos ratitos en los que te tengo conmigo, en los que te siento respirar, en los que sonríes, en los que te ves guapísimo con ese jersey nuevo, en los que bromeas, en los que pones cara de niño pequeño, en los que me riñes, en los que me besas, en los que me acaricias, en los que me quitas la ropa, en los que yo te la quito, en los que me agarras de la mano, en los que me besas dormido, en lo que me abrazas, en los que... En esos ratitos que el tic-tac del reloj me concede cada semana. Tres ratitos.

09 October, 2008

Sin tregua

"Y nos dieron las diez y las once,
las doce y la una, las dos y las tres,
y desnudos al amanecer nos encontró la luna"

Llegaste a besarme con tanta fuerza que me dolían tus dientes clavados en mi cuello. Me encantaba.
Y es cierto, nunca me habías hecho el amor así. Con esa pasión, ese deseo, cubiertos de placer, llenos de intensidad, entre gritos ahogados, en medio de risas.
Acariciabas mi mejilla recogiendo las lágrimas que se desprendían de mis ojos, ahogando en besos esa tristeza tan tonta, llenando de abrazos mi corazón vacío. Y estaba contigo pero tenía miedo. Miedo a que se terminara, miedo a que cerrara los ojos y ya hubieras desaparecido. A que ya fuese domingo por la noche.
Te besé, con tanta fuerza como si quisiera quedarme para siempre contigo. Te besé, te acaricié, te mordí. Te amaba, me amabas. Y te agarré por los puños, con mis caderas tan hechas a las tuyas, con mi cuerpo tan pegado al tuyo, con mi lengua haciendo surcos por tu pecho, tu abdomen, tus piernas. Te di la espalda, y tú agarraste mis caderas, con los dedos marcando mi cuerpo. Me moví hacia adelante, hacia atrás, y tus manos presionando con más ahínco mis muslos. Sentí el calor de tu piel recorriendo mi espalda, y tu placer recorriendo mi cuerpo, tu sed saboreando mis labios, tu placer resbalando por mi abdomen.
Me abracé a ti mientras cerraba mis piernas en torno a tu cintura. Me abrazaste mientras cerrabas tus piernas alrededor de mi cintura. Mis manos se clavaron en tu espalda, y tu boca en mi boca. Tu pecho contra el mío. Agarraste con fuerza mi pelo y yo me abandoné a ti, para no volver nunca más a cualquier mundanal cama.
Me besaste, te besé; me abrazaste y sentí unas inmensas ganas de reír a carcajadas, de sonreír, de morderte, de besarte. Era feliz. Era inmensamente feliz. Había hecho el amor de la forma más sincera, más pasional, más intensa que nunca había podido imaginar... Y, durante algo más de una hora, había conseguido olvidar que me marchaba al día siguiente, había dejado de llorar.

01 October, 2008

Nuestras pequeñas cosas

"Me acostumbré a ser feliz y ahora ya,
ya no sé estarlo si no esás"

Conchita.


La felicidad está hecha de pequeñas cosas. De pequeñas cosas hechas contigo. Un beso en la mejilla, una piruleta que me pone la lengua roja, un cofre, un donuts, y dos y tres, un viaje, muchos kilómetros, un sms para darte los buenos días, un beso de buenas noches, un mordisco a media mañana, un te quiero susurrado, una mano que sube, una falda que cae, una hamburguesa, un sofá nuevo, un susto, un beso a la puerta del trabajo, una lágrima en la despedida, una broma, una habitación de hotel, un paraguas compartido, un helado, un peluche, un oso gigante, un periódico, una blusa que se abre, una caricia, un abrazo, otro helado, una camisa mojada, un aire que no enfría, una postal, una grabadora, un pasillo de supermercado, otro sms a media tarde, un paseo, un almuerzo, muchas cenas, un regalo, un vestido que se abre, un buffet… Y así, infinitas… ¿Te acuerdas de todas?