31 July, 2006

Esa ausencia que te pide a gritos que vuelvas...

«Hace varios días que ando especialmente nostálgica. Y en realidad, no sé muy bien por qué. Cuando hace frío, sentarse en la ventana a recordar tiempos mejores siempre se antoja placentero, una taza de chocolate, una estufa y el vapor empañando unos cristales que te catapultan directa al pasado. Pero con este calor... Pues ahora he trasladado la mecedora de la ventana al sillón de mi coche. Los 140 kilómetros que recorro cada día (Morón-Sevilla, Sevilla-Morón) los ocupo pensando en todos esos temas que suelen ser mi "pan de cada día", aunque, como digo, de un tiempo para aquí —aunque más bien debería decir de unos viajes para aquí— me siento invadida por los recuerdos, me han absorbido, como a un extraterrestre. Tanto, que me cuesta escribir, escribirte. Recae sobre mí un peso enorme cuando cierro los ojos y apareces en mi mente, haciendo subir un escalofrío inmenso que me recorre el alma como un huracán el desierto. Un peso que, aunque invisible, se apodera de mí y me roba la poca fuerza que aún me queda desde que te marchaste. Un peso que me deja aún más vacía de lo que tú me dejaste ese mismo día. Y todo, siempre ocurre en el mismo instante, en el momento en el cual un recuerdo tuyo decide merodear por las entretelas de mi corazón y hurgar en un pasado demasiado doloroso para llevarlo en la maleta que me acompaña día a día. El recuerdo, el tren que pasó, lo que nunca fue y pudo ser, lo que imaginé, las estrellas y el césped. Todo me atormenta, me roba las sonrisas y se las lleva a no sé dónde, pero se las lleva y eso me enfurece. Me hace sentir triste, me hace vulnerable, me convierte en vacío. Todo lo que tanto odias. Todo lo que tanto odio. Y sin embargo, llama la atención que sólo pensar en ti, en dónde estás o cómo, me reconforta y a la vez me destruye, me entristece y a la vez me hace soñar, me zarandea una y otra vez, como el viento a un barco a la deriva, como la noche a un moribundo, como el amanecer a unos amantes furtivos. Al fin y al cabo me confunde, casi tanto como tú. Recordar, que es lo que suelo hacer ahora que ya no estás y que es lo que me mantiene aún en pie, aquello que un día fue tan nuestro, aquello que un día me hizo tan feliz, aquello por lo que merece la pena seguir anclada en el pasado, aquello, tú y yo, los de entonces, aún sigue doliendo aquí adentro. Probablemente, porque aún sigue vivo. Porque, en realidad, no está más cerca del pasado que del presente, porque quizá, se encuentre, como yo, a medio camino entre el día a día y el pasado, entre hoy y ayer, entre hoy y mañana. Y ese estancamiento en el que he caído, ese pozo sin fondo, ese mar sin horizonte, esas tardes sin sol, esas canciones sin letras, me provocan una tristeza infinita. La ausencia, la ausencia de no tenerte, la ausencia de sentirte tan mío que siento tu recuerdo clavado en mí como parte de mi piel, suave piel, me hunde en una mísera tristeza, me destruye, pero, al fin y al cabo, me sigue manteniendo en pie por el simple hecho de saber que un día, un día cualquiera, volverás».

18 July, 2006

¿Pasión, pasiones, o ambas?

"Lo cierto es que es difícil saber qué tenemos en común. Me esforzaba en dejar de llorar, en parar por un instante ese continuo y agotador flujo de ideas que atravesaba mi cabeza, y sentarme a pensar. Empezaba a cuestionarme si nuestra buena sintonía se daba sólo en la cama. ¿Quería compartir pasiones, además de pasión? O más bien, ¿necesitaba compartir pasiones además de la pasión que compartimos siempre en lo que a sexo se refiere?
Lo único cierto sin duda alguna es que empezaba a necesitar algo más que alguna escapada nocturna -o diurna, pero al fin y al cabo escapada- cada vez que te volvía a ver. Aparte de "todo", quería sentarme un rato acurrucada en tus brazos, escuchar el silencio que suele abordarnos "después", sentir cómo tu aliento recorría mi espalda sin ninguna intención salvo la de hacerme sentir especial. Más allá del buen sexo, las buenas maneras y la pasión propiamente dicha, ¿tenemos la intención de llevar eso a un terreno más cotidiano y hacer al otro partícipe de aquello que odiamos o amamos, nos hace daño o nos tranquiliza? ¿Y es, entonces, ese momento, en el cual deseamos no ser sólo dos en la cama sino también en una fiesta o en un entierro, cuando la relación empieza a tomar cuerpo de tal y deja de ser un mero deseo físico?

10 July, 2006

De infidelidades, cuernos y sucedáneos...(I)


De sobras sabes que eres la primera,
que no miento si juro que daría
por ti la vida entera,
por ti la vida entera,
y sin embargo, un rato cada día, ya ves,
te engañaría con cualquiera,
te cambiaría por cualquiera.
Joaquín Sabina. Y sin embargo...




No he conocido, al menos hasta el momento, término con más variantes, explicaciones, argumentaciones y desvaríos que el de infidelidad. Desde el clásico... si es sólo sexo, no traicionas los sentimientos hasta el si no significó nada... Más allá de cualquier excusa "barata", la infidelidad tiene su qué, su por qué, una víctima y un verdugo para unos, o dos víctimas para otros.
Aunque haya quienes sean infieles por naturaleza, son varias las explicaciones que he recibido cuando he preguntado por este tipo de "actos" -tengo que llamarlos de alguna forma-. En el caso de un matrimonio, hay un error común: siempre es la mujer la que se mete por medio y destroza el matrimonio. Sino, siempre, casi siempre. Pero, olvidamos que es el hombre quien está comprometido, quien rompe la unión, quien decide, libremente -salvo casos de coacción por parte de otr@, que son los mínimos- mantener una relación paralela. Cierto grado de machismo, hemos de reconocerlo...
No obstante, y como todo en la vida, la infidelidad tiene grados. Abiertamente hablando, no es lo mismo dar un beso a alguien que mantener una relación sexual... En mi caso, podría perdonar una noche de pasión, pero no una relación paralela, porque una relación que se mantenga durante un tiempo implica más cosas, nacen sentimientos, aunque no sea la intención de los que la mantienen, y empieza a nacer un "algo"...
Un componente esencial de la infidelidad es el morbo, prohibir es despertar el deseo, el miedo a ser descubiertos es para muchos un aliciente excelente para mantener una relación "extraoficial".
Otro ingrediente es el despecho, después de una pelea, una discusión fuerte, una desilusión con la pareja... aparece alguien que te da lo que necesitas en ese momento y surge.
Las infidelidades sólo la comprenden aquellos que la protagonizan, y por más que se intenta explicar al otro, nunca se logra entender. Es difícil de perdonar, muy difícil.
Es duro, además, mantenerla. Duro para el que es infiel, duro para quien mantiene la relación viva en contra de todo y de todos, incluso, a veces, en contra de la propia persona.
A veces intento encontrale una explicación. Antes, solía pensar que nadie busca "fuera" lo que ya tiene "dentro"... Y en cierto modo, sigo mantieniéndolo. Aunque no es tan simple. Me cuesta saber por qué se hace, pese al miedo a perder a la persona que quieres, porque, en mi opinión, una infidelidad no tiene por qué ser muestra de que ya no quieres al otro... No tiene por qué. O sí. Seguiremos mañana.