25 July, 2011

¿Seguir luchando?

 Siempre supe que es mejor,
cuando hay que hablar de dos,
empezar por uno mismo. 
Shakira. Inevitable.

Estos días sin saber de ti me han demostrado que quizá, y más que quizá, seguro, me esté aferrando a un mástil que ya no es capaz de mantener el barco a flote. Nos hundimos. Nosotros. Yo y la poca esperanza que aún albergaba mi corazón de volver a verte. Nos hundimos, sin remisión, sin posibilidad de renacer, sin ganas de luchar, sin valor para seguir remando contra el viento, contra el recuerdo, con el maldito tiempo que arranca hojas del calendario como latidos a un alma vacía.
No sé si lo que aún me late aquí dentro son recuerdos agolpados y unidos por un lazo invisible o el deseo de mi corazón por despertar de un letargo que dura ya demasiado, aunque haya días que cierre los ojos con ahínco y me niegue a ver que quizá no vaya a despertar nunca. No lo sé. Y me odio y te odio por ello.
A ti, sí, a ti también. Te odio por haberme abandonado y por no haberme avisado; por no decirme que ibas a estar un tiempo y luego te marcharías; te odio por haberme querido aunque sólo fuese un poco.
Te odio por dejar que albergase en mí la ilusión, por no llevártela contigo, por infundarme el valor para pedirte un beso, por permitir que luchara contra el mundo cuando ambos sabíamos que el mundo estaba a kilómetros de distancia. A muchos kilómetros de distancia.
Y me odio por permitirme mantener el deseo de tenerte, aún sabiendo que nunca te tuve, aunque supongo que ahora es inútil siquiera plantearme un porqué. Qué más da.
Al fin y al cabo sigo aquí. Sigo escribiendo que no merece la pena seguir, que no merece la pena luchar, pero sigo escribiendo, porque una parte de mí sigue luchando, sin sentido y sin valor, desde el lado de la batalla de los perdedores, aunque quizá la batalla estuviese perdida antes siquiera de sacar mi valor y quitarme el escudo.