18 September, 2006

Sin nada, sin nadie...

«La tristeza. El vacío. Redundante, repetitivo, latente. Siempre en el mismo sitio, con el mismo ahínco. Y ahora, la desilusión. Y después, la decepción. El ser invisible. Sentirse invisible. Siento como todo se repite, como vuelvo a recaer, como el enfermo, el moribundo. Al final, la muerte. Al final, el vacío. Ese respirar sintiendo la angustia de no ser nadie. Dejarse llevar por la rutina, el gentío, la masa. Esconderse. Ocultarse del mundo, en una burbuja, en un pensamiento, sola. Ya, sin ti. Sin ti no porque no estés, sin ti porque no te encuentro. Sin ti porque no te siento. Porque te busco con pasión pero el frío me hiela el aliento. Porque corro tras tu sombra pero me pierdo entre las calles vacías. Porque te anhelo en cada respiración pero el dolor de sentirte tan lejos me roba el oxígeno y me hace caer. Sucumbo, como un día sucumbí ante ti. Sentir frío, miedo; sentirse atado. Necesitado. Hasta dependiente, incluso. Y eso te provoca un miedo infinito, miedo a no ser nadie cuando apareces, a ser invisible. Otra vez. A cada instante. Siempre, cuando te escucho respirar. Cuando son tus latidos el único silencio que quiero escuchar pese a estar invadida por un temblor que me destroza. Cuando eres tú lo único que quiero ver reflejado en el brillo que le provocan a mis ojos las lágrimas que derramo por ti. Cuando busco, a tientas, un abrazo que casi nunca llega. Un calor que me robe el frío, que me secuestre, que me provoque, que me despierte de esta apática situación tan dolorosa. Los celos, sentirte ausente, no sentirte. La ira, y de pronto, el llanto. Tan frío, poco alentador, destructor, cansino. Apareces, de nuevo, sin avisar. Y me recorre el alma un arrebatador suspiro que crea y alimenta una sonrisa sin apenas contar con estos labios que la visten. Y respiro, hondo, profundo, para no volver a sucumbir. Pero caigo, me lanzo, despego y te encuentro. Sin ganas, sin fuerzas, y prácticamente, sin querer. Y sin embargo, sigo, lo intento, contra ti, contra mí, contra mi orgullo, mi dignidad, mis sentimientos. Hago y deshago sin saber por qué, pero siempre con el mismo fin: acercarme un poco más a ti. Aunque no lo consiga, aunque encuentre un muro más frío aún que tus besos. Aunque sepa que no hay nada que merezca la pena más que sentir el calor de unos besos, esos tan fríos, que nunca existieron. Que estuvieron vacíos. Que sólo sirvieron para que, al recordarlos, el daño sea infinito. Y pese a todo, pese a tanto, pese a tan poco, pese a mí misma, incluso, sigo igual. Entre las mismas tesituras, en medio de un desengaño y una esperanza, entre la decepción y la ilusión de ser, aunque sea un sólo segundo, la misma a la que conseguías ruborizar con sólo un cruce de miradas. Pero ya, es imposible. Imposible por ti, por mí y por el tiempo, ese maldito tiempo que un día me acercó a ti, que me llevó a ti, y que ahora me aleja poco a poco, sin piedad, sin permiso, casi con alevosía, de todo lo que ahora mismo considero necesario: tú».

2 comments:

Carmen Ruiz said...

Sin nada, bueno, puedo llegar a entenderlo, pero sin nadie, ahí sí que no estoy de acuerdo. A mí me tienes, y para siempre, no lo olvides, TQ

Maru Serrano said...

BUeno, te explco lo de los vídeos. Te metes en la página en cuestión (http://www.youtube.com/) Buscas el vídeo que quieres en la barra de arriba a la derecha (Search for...) Cuando te salga el vídeo que quieres tiene la información para enlazarlo en tu blog a la derecha. Te aparece la URL y Embed. Copia el Embed, con el botón derecho del ratón dale a seleccionar todo (porque osino no te sale de otra manera) y despues a copiar, y lo pones como si fuera una entrada cualquiera de tu blog. Si no te has enterado de nada ya te lo explicaré por el messenger, un beso guapa.