09 April, 2006

Mi cumpleaños

Faltan escasamente dos horas para mi cumpleaños: 24 añitos. Aunque no sé muy bien dónde los guardo. A menudo me acusas de unos altibajos sentimentales propios de una niña de 15. Y probablemente, lleves tu parte de razón. Pero no sé qué me duele más, si tu "acusación" o esos altibajos que últimamente son demasiados frecuentes. Me pediste anoche, antes de irte, que olvidara todo lo que había pasado (hoy voy a permitirme la licencia de centrar este relato en la pura realidad), como si eso fuera tan fácil. Cuando sólo habían pasado unos escasos diez segundos de tu marcha, ya estaba llorando de nuevo. Las lágrimas volvieron a abordarme sin apenas poder oponerle resistencia. Eran lágrimas más amargas que las que acostumbro a derramar cuando discuto contigo, más amargas, porque eran incomprendidas. Me miraste antes de marcharte con una dulzura ciertamente infinita y que durante un instante me hizo plantearme el por qué de esos te quiero que casi nunca me atrevo a decirte. Me miraste, y volviste a hacer saltar en mí una alegría que, pese a ser efímera, consiguió sacarme por un segundo de aquella tristeza a la que me habían abocado tus palabras.
Pero todo se esfumó cuando vi cómo te alejabas. Y lo peor es que cuando te veo partir cada noche, me asalta otra vez esa angustia que no me deja respirar. Esa angustia que me provoca saber que llegará un día en que te pierda para siempre. Y no puedo hacer nada por evitarlo. Parece mentira que esto se pueda terminar, pero se termina. La puerta se cierra. Y aún no veo cuál es la que se va a abrir, si es que se va a abrir alguna.
Vuelvo al principio, ya son 24 (dentro de ná, vaya) y no encuentro, mirando al pasado, ningún día previo de cumpleaños que me haya pasando llorando. Supongo que cuando cumplí un añito.
Anoche me sentí tan sola. Tan sola que las lágrimas se convirtieron en una vía de escape, en un escondite perfecto para intentar no sucumbir a esta soledad tan dolorosa que me atormenta cuando te vas; las lágrimas fueron anoche, como son ahora mismo, el reflejo de que el daño que me hiciste ayer aún duele, y mucho. Tal vez demasiado, probablemente sea lo que piensas. Ahora, viéndote, sé que hay un sinfín de razones por las cuales debería darte las gracias, pedirte perdón, e incluso, decirte cuánto te quiero. Probablemente.
Estoy ciertamente cansada de estar así, sabes. Ciertamente cansada de recordarte entre lágrimas, de encontrarte en unos sueños que apenas me dejan conciliar tranquilidad por las noches. Quizá, ciertamente cansada de buscar ese cariño que tanto dices que me tienes pero que me cuesta un mundo encontrar días como ayer; días en los que te miro y no me veo, días en los que tu aliento puede atravesarme. Ciertamente cansada y ciertamente triste.
Probablemente, estas palabras se las lleve el viento dentro de muy poco. Dentro de escasamente una hora, cuando den las doce y sea mi cumpleñaos. Un cumpleñaos tan especial, un cumpleaños contigo. Qué mayor regalo que ése...

2 comments:

Anonymous said...

Pues nada Rocío felicidades en tus 24 cumpleaños. Quien los pillara. Y ánimo con lo del desamor. Ya se sabe que el peor momento es el de la separación definitiva pero, ya te lo digo yo, todo pasa y, es cierto, el tiempo todo lo cura. Lo dicho, ánimo.

Anonymous said...

Felicidades, Rocío. A mí no me quedan lejos tus 24 (tengo 27), pero aun así, como dice Cuéllar, quién los pillara.

En cuanto al amor... En fin, qué decir. Quizás el peor momento es cuando acabas de dejarlo y la otra persona desea mantener un ligero contacto. "Amistad", suelen llamarlo. Más bien deberían llamarlo "crueldad". No puedes negarte a él porque hay demasiadas historias compartidas, pero ese hilo de contacto que todavía permanece es demoledor.

Disfruta tu cumpleaños.
Stavrogin.