29 March, 2005

Aquello será para siempre... inolvidable...

Aunque el título de estas letras suene un tanto a tópico, esos que tanto critico y odio... son tan sinceras como todo lo sucedido.
Alta mar... un inmenso Mediterráneo ante mí... un barco... de lo más parecido a cualquier escena de Titanic –era inevitable la comparación-, un intenso olor a sal mezclado con el aroma de deseo de nuestra piel... todo ello, todo... se anteponía frente a mí... incluido tú. Un cierto aire de tristeza aún guardaba en los ojos... un cierto aire de añoranza por... por el mismo amor de siempre, ese sentimiento de culpa que nunca me abandona... ni siquiera allí, perdidos, escondidos de todo progreso, ausentes de cualquier rastro de vida humana... solos, al fin, pensé. Por un momento, pude cerrar los ojos y al sentir tu aliento sobre mi espalda... al descubierto... un escalofrío me recorrió la piel y me hizo tambalearme para caer rendida en tus labios. Me abandoné sin dudar en ningún momento a cada uno de los impulsos de mi corazón que me acercaban más a ti... más y más… hasta el punto de que tus latidos eran tan míos como tuyos.
Respiré con fuerza... como si quisiese despertar del sueño... y me miraste con ternura, pasión, deseo y casi sin fuerzas preguntaste: ¿estás bien? ¿que te pasa?... Quizá nunca se habían interesado por mí con tanta dulzura... quizá; por un momento pensé en decirte que me daba miedo besarte como lo estaba haciendo... me daba miedo decirte que si seguías abrazándome así no querría dejarte nunca... me daba miedo decirte que aquello era sólo una semana y ya nunca más volvería a verte, quizá, nunca más volvería a saber de ti. Pero sellé mi miedo con un beso en tus labios ardientes. Te agarré con fuerza y te pedí un abrazo. Todo un lujo la situación, sin duda.
Aquellos labios despertarían la pasión del mismo hielo ártico. Y es esto lo que hicieron con los míos... despertar una pasión que llevaba mucho tiempo, quizá demasiado, dormida. Una pasión que parecía inaudita en mí, como si aún tuviera mucho que darte… después de todo lo que ya nos estábamos dando. Tus labios recorrían mi piel como si buscaran en ella pepitas de oro y cada poro moría cada vez que tus labios lo abandonaban. El deseo subía por mi espalda hasta la cabeza haciendo que cerrara los ojos y no los abriera hasta que los rayos del sol irrumpiesen en aquel espacio tan nuestro. Me robabas los besos entre risas, me abrazabas con una ilusión en los ojos desconocida para mí.
Me sentía feliz… simplemente feliz. Me divertía contigo. Era una pasión disfrazada de una ilusión nueva, era una ilusión disfrazada de una timidez que casi nunca había tenido en mi vida. Tus besos, tus manos, tus abrazos… todo era mío, te sentía mío y aquello me hacía muy feliz. Ponías la vida en cada roce de nuestra piel, el alma en cada beso en que se encontraban nuestros labios, el corazón en cada caricia que le regalabas a mi cuerpo.
Pero el mundo avanza aunque en momentos como éste deseemos que se pare. Debíamos seguir nuestro rumbo. Y así fue. Te dejé casi dormido en la cama y me fui, ya era la hora de desayunar. En menos de tres horas, volvería a verte… por última vez.

No comments: