09 May, 2008

A fin de mes...

El sexo de las últimas semanas había estado bien, pero... Pero era fin de mes, con todo lo que eso implicaba. Llegarías en una hora y aún tenía cosas que hacer. Y preparar.
En la puerta de la estación había al menos 20 taxis, con sus correspondientes conductores, que se quedaron prendados de la belleza vestida de negro que estaba cruzando el paso de peatones delantero.
-¿Qué tal el viaje?
-Bien; me lo he pasado durmiendo...
-¿Quieres estar despierto esta noche por algo en especial?
-Es mi intención.
Me diste un beso y me abrazaste. La ración de frases de compromiso del día ya había concluido.
Tenía reserva para el restaurante Abades Triana a las 22.00 horas. Eran las 20.45 cuando llegamos al hotel Alcora.
-Habitación 724.
-Gracias.

Casi me comes a besos antes de cerrar la puerta. Comenzaste a mordisquear mi cuello cuando intentaba meter la llave en la puerta. Tenías los brazos alrededor de mi cintura, aunque intentaste, sin éxito, meter la mano por el escote de aquel precioso vestido negro.
Déjame abrir!
Tras cerrar la puerta, inmediatamente, me agarraste por las muñecas y me hiciste prisionera contra la pared. Me besaste el cuello y todo el pecho que se dejaba ver por el escote. Me soltaste para recorrer mis muslos con ambas manos y yo te quité la camisa. Hundiste la mano bajo mi tanga y moviste los dedos a la vez mientras, con la boca abierta, buscabas y recorrías mis pechos. Te llevé casi a rastras hasta la cama. Te coloqué sobre ella y me eché sobre ti como una tigresa. Te hice prisionero esta vez yo a ti con las manos y las piernas. Perdí el vestido en el camino. Mi conjunto de ropa interior aún resistía. Por poco tiempo. Te quité pantalones y calzoncillos de una vez y empecé a rozar mi cuerpo con el tuyo. Pasé mis pechos por tu pene erecto, tenso. Luego la lengua, despacio. Suspiraste. Y volví a hacerlo. Estabas ansioso. Seguí haciéndolo, quería probarte. Me levantaste y me tumbaste sobre la cama. Dos dedos entraron en mí y luego tres. Los preliminares, ya, sobraban. Así que volviste a agarrarme por las muñecas, ahora sobre la almohada; yo abrí las piernas para quedar entregada a ti y te sentí dentro por primera vez.
No parabas de besarme. Me solté y me agarré a tu espalda. Tenía las piernas alrededor de tu cintura. Seguías moviéndote hacia adelante cada vez más fuerte y más rápido.
Te empujé hacia atrás, levanté las
piernas y mis rodillas reposaron sobre mis pechos, apretándolos más cuando volviste a penetrarme, ahora más directo, más fuerte, más intenso. Te movías rápido; te pedía más.
Te agarré con fuerza para que entraras cada vez más en mí. Necesitaba más. Agarraste mis muslos, te moviste como nunca y...

Apenas había oxígeno ya para los dos en la habitación 724.

Una ducha y al restaurante. La reserva nos esperaba.

6 comments:

RÿSkA said...

Mas intenso, aun si cabe, que la anterior. Ademas, con paisaje sevillano. No se puede pedir mas. Bravo.

Saludines

Tu cordi "o no" rubio.

Ro said...

Gracias. Eres un cielo.
Y tú serás siempre mi cordi rubio, ¿ok?

Alberto García said...

En mi habitación también hay poco oxígeno. Es que no das tregua, chacha. !Qué intensidad¡

Anonymous said...

ME GUSTA Y MUCHO.PARA QUE LUEGO NO HAYA MALOS ENTENDIDOS. PERO LO VEO DEMASIADO AL GRANO AMI ME GUSTA MAS QUE SEA MAS LENTO Y CON MAS PRELIMINARES. PERO ES BUENO.
UN BESO.

Anonymous said...

COMO TENIAN RESERVA EN EL RESTAURANTE. PUES ESO.OTRO BESITO.

Ro said...

Gracias por los comments. A todos.
Para el anónimo, éste es así porque había que irse a cenar... Depende de con quién y en qué momento, a la protagonista le apetece de una forma o de otra... Delen tiempo señores, todo se andará... Un beso