03 January, 2006

Y todo por un par de palabras...

No sé muy bien cómo empezar a escribir esta vez. Y es raro en mí, al menos, en los últimos días. Empieza el año y, aunque como he dicho siempre, odio los tópicos... ahora he de recurrir a uno... año nuevo, vida nueva. Lo cierto es que he empezado el año como lo terminé, ciertamente triste. ¿A qué se debe? Ya sabía yo que tarde o temprano saldría esa pregunta. Pues sinceramente, se debe a que esto es un querer y no poder; se debe a que, pese a los intentos de mi corazón y hasta de mi cuerpo por estar a tu lado, nunca consigo acercarme a ti lo suficiente como para sentir un calor que me hace, empiezo a pensar, demasiada falta. Falta no para vivir, tranquilo, sino falta para respirar... para respirar sin llorar, para respirar sin sentirme triste, al menos, para respirar sientiendo en el pecho algo que se mueve... para sentir cómo palpitan los restos de un corazón roto que sin querer, siguen manteniendo en pie este cuerpo tan vacío de esencia desde que decidiste marcharte de mi lado.
Aunque lo verdaderamente cierto es que, aunque me duele, y mucho, he de empezar a pensar que olvidarte es el mejor regalo que puedo tener. Pese a que me duele, como he dicho, y mucho, porque sé que eres de lo mejor que tengo ahora mismo, ahora en estos días en los que las lágrimas son la única compañía que tengo. Eres lo mejor que puedo tener a mi lado, si no tú sí tu recuerdo, en esas noches que paso pensando cómo conseguir de ti una sonrisa que hasta hace un mes me habrías regalado por el simple hecho de cruzarte conmigo.
No sé qué me pasa contigo. Es extraño, ciertamente extraño. Incontrolable por momentos, cambiable a cada segundo. Paso de la alegría de sentirte cerca a la desilusión de saber que sólo eres un recuerdo, que solo eres un intento de mi corazón por sacarte del olvido y convertirte de nuevo en mi presente. Ahora vivo atada a aquellos días en los que, por primera vez en mucho tiempo, sonreía por cualquier ápice de ilusión que veía en tus ojos. Ahora, soy sólo el reflejo de lo que fui en aquellas noches en las que la pasión de tus besos me encendía el alma y me hacía temblar con sólo mirarme. Y te vuelvo a repetir que no sé qué me pasa contigo. Hasta ahora, nunca me había sentido así. Pensé que serías la última persona que me haría llorar de esta manera tan desconsolada, pero mira, como en casi todo contigo, me equivoqué. Porque sí, me equivoqué al pensar que tú serías quien me ayudaría a salir de esta tristeza en la que estoy sumida. Y pensé esto, porque hubo demasiados días en los que al recurrir a ti en medio de un mar de lágrimas, no saliste corriendo despavorido ni me rehuíste la mirada como lo haces ahora. Y no sé qué me duele más de ti. Si la cobardía de no querer siquiera mirarme a los ojos por temor a sentirte arrastrado a la mirada que un día buscaste con ahínco, o la indeferencia de rozarme y no sentir nada, ni tan siquiera odio. No sé qué me duele más, pero lo cierto es que ambas cosas me duelen en el alma y se me va la vida en ello. Sino la vida, sí los días que paso junto a ti, que hasta hace muy poco tiempo, eran lo mejor que tengo. Pero, como es año nuevo y todo en la vida se acaba, he de hacerme el firme propósito de, sino olvidarte, sí querer olvidarte. Al menos, espero que sirvan de algo estas lágrimas que ahora mismo inundan este maldito ordenador y que me empapan el jersey de una tristeza infinita. Espero que sirvan de algo...

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