18 February, 2005

Porque hay cosas que no morirán nunca...

Por un momento, no supe muy bien qué hacer con todo aquello que me hacía temblar y casi tambalearme sobre el suelo. La verdad, es que aún a pesar de todo, a pesar de tanto y tantos, yo seguía queriéndote... porque supongo, que tal y como dice la frase que precede a estas palabras... hay cosas que no morirán nunca.

Siempre podía cerrar los ojos y encontrarte en ese rincón del alma tan tuyo; ese rincón que no ha podido robarte ni siquiera el cruel olvido, ese que cada día me amenaza con llevarse todo lo que aún tengo tuyo en el alma, en la piel, en los labios... todos tus besos, tus abrazos, tus sonrisas. Y sigo siento tan tuya como al principio.

El tiempo ha conseguido robarme la elocuencia de años atrás y el valor para pedirte un beso. Ahora, sólo, sólo te miro y te siento aquí dentro, ahora sólo sonrío cuando tus ojos me miran porque la inquietud de saberme tuya me sigue manteniendo con vida... después de todo. Porque sólo tú y yo sabemos qué sentimos, porque sólo tú y yo podremos, dentro de muchos años, mirar atrás y saber que, aunque sólo fuese un instante, me hiciste la mujer más feliz del mundo. Porque puden pasar muchos días, muchas noches, muchas horas de soledad, pero siempre... podré cerrar los ojos y sentirte mío, porque hay cosas... hay cosas que no morirán nunca.

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