Amor,
Me gusta cuando soy capaz de empezar a escribirte así. Me esperan sonrisas entre letras y recuerdos felices entre comas y puntos. El recuerdo me invade así, sin avisar... Tu recuerdo es así. Se siente en casa. Sabe que siempre es bienvenido.
Si me vieras, he recuperado aquel valor tan tuyo y consigo mirarme dentro sin miedo a encontrate por aquí escondido. Y me gusta.
Hoy he recordado aquella vez que me plantaste frente a un espejo y me tuviste allí parada, en mitad de la Gran Vía, más de demasiados minutos: ¿lo ves? Me preguntabas.
Y yo, sólo era capaz de sonrojarme.
¿Lo ves o no?
¡Eres preciosa!
Y me besaste con aquella travesura que hacía que mi corazón sólo quisiera saltar, saltar, saltar...
Porque cada etapa tiene un principio y un fin, porque los ciclos terminan sin que exista un porqué.
02 September, 2012
30 June, 2012
Descubriendo placeres...
Descubro placeres casi enterrados en la asombrosa rutina que envuelve mi día a día.
Descubro placer en soñar despierta en medio de un café y un libro, olvidando los personajes que en él viven y creando historias a partir de un tú nuevo que me hace sonreír y perder demasiadas veces la seguridad en mí misma... Historias en las que tú -qué miedo me da llamarte ya así, tan de repente- me besas a escondidas y me envías mensajes a hurtadillas, con la media sonrisa de niño travieso y la otra media de hombre sabio que tiene miedo a dejarse llevar.
Y si algo nos otorgan estos primeros besos es la ternura del descubrir y la pasión por ser descubierto... Así que me hallo delante de un café que tirita ante el ardor que siente salir de mi pecho mientras...
Te imagino junto a mí. Abrazados al frío de enero, envueltos en un halo de deseo, hambrientos de placer. Y tú me besas antes de cerrar la puerta, y yo te muerdo el cuello en el pasillo.
- Quiero amarte...
Y yo te dejé que me amaras, que me amaras de forma infinita, de forma ávida, hambriento y sediento de mí.
De pronto, la pasión se detuvo. Apareció la ternura.
Me tumbaste en la cama. Me cerraste los ojos con un beso y sellaste mis labios con los tuyos.
- Déjame amarte.
Me olvidé de quién era, olvidaste quién eras y te dejé amarme.
Poco a poco fuiste deshaciéndote de mi vestido y de mi ropa interior. Sólo me quedaba el rubor de mis mejillas. Y empecé a sentir el ardor de tus besos quemarme la piel, empecé a notar el sabor de tu aliento en lo más profundo de mis huesos y a sentirte mío con tanta fuerza que temí hacerte daño si seguías amándome de esa forma tan... Tan agónica, tan ansiosa, tan vehemente.
Yo fui tuya por primera vez. Tú fuiste mío por primera vez... Aunque te hubiera soñado tantas otras...
Descubro placer en soñar despierta en medio de un café y un libro, olvidando los personajes que en él viven y creando historias a partir de un tú nuevo que me hace sonreír y perder demasiadas veces la seguridad en mí misma... Historias en las que tú -qué miedo me da llamarte ya así, tan de repente- me besas a escondidas y me envías mensajes a hurtadillas, con la media sonrisa de niño travieso y la otra media de hombre sabio que tiene miedo a dejarse llevar.
Y si algo nos otorgan estos primeros besos es la ternura del descubrir y la pasión por ser descubierto... Así que me hallo delante de un café que tirita ante el ardor que siente salir de mi pecho mientras...
Te imagino junto a mí. Abrazados al frío de enero, envueltos en un halo de deseo, hambrientos de placer. Y tú me besas antes de cerrar la puerta, y yo te muerdo el cuello en el pasillo.
- Quiero amarte...
Y yo te dejé que me amaras, que me amaras de forma infinita, de forma ávida, hambriento y sediento de mí.
De pronto, la pasión se detuvo. Apareció la ternura.
Me tumbaste en la cama. Me cerraste los ojos con un beso y sellaste mis labios con los tuyos.
- Déjame amarte.
Me olvidé de quién era, olvidaste quién eras y te dejé amarme.
Poco a poco fuiste deshaciéndote de mi vestido y de mi ropa interior. Sólo me quedaba el rubor de mis mejillas. Y empecé a sentir el ardor de tus besos quemarme la piel, empecé a notar el sabor de tu aliento en lo más profundo de mis huesos y a sentirte mío con tanta fuerza que temí hacerte daño si seguías amándome de esa forma tan... Tan agónica, tan ansiosa, tan vehemente.
Yo fui tuya por primera vez. Tú fuiste mío por primera vez... Aunque te hubiera soñado tantas otras...
27 May, 2012
Cuánto he perdido al perderte
Por eso te digo bajito
que doy lo que
sea por un minuto contigo,
por eso
te canto al oído
mi secreto cautivo
sin miedo a decirlo: yo te quiero
Y parece que fue ayer cuando me enseñaste aquellas canciones, cuando me enseñaste a contar las estrellas.
Y parece que fue ayer pero ya hace mucho tiempo.
No sé cómo abordar esta sensación. No sé cómo seguir adelante. Y no es que no lo intente, no es que no me repita una y otra vez que la vida sigue, que el mundo no se para a esperarme, pero, ¿y si yo no quiero subirme otra vez?
Tu recuerdo aún me impulsa a levantarme cada mañana, y a aguantar las lágrimas durante todo el día pero... Pero sólo quiero quedarme en la cama todo el día y soñar. Soñar con que aún estarás esperándome en el porche en tu hamaca, y no en la de mamá.
24 March, 2012
Deseando abrazarte
Hoy pienso demasiado en ti.
Tengo ganas de abrazarte. O más bien, de que me abraces.
Quiero volver a sentir el calor de tus labios en los míos, tus brazos fuertes alrededor de mi débil corazón, tu boca asida a cada uno de mis senos, tus labios cosidos a los míos como antaño, como cuando aún conservaba la inocencia de la juventud, de la mujer enamorada que aún sigue siendo una niña deseando guardar cada rincón de la piel que estabas besando.
Quiero sentir el peso de tu cuerpo sobre mis hombros, quiero hacer el amor una y otra vez, abrirme ante ti, sentirme dentro de ti, quererte, amarte, como nuestra primera vez. Quiero dejar esta tristeza tonta, esta amalgama de lágrimas que se han apostado frente a tus recuerdos y que están dispuestas a abordarlos sin la menor tregua, sin el menor atisbo de bandera blanca.
El pasado me ha acechado hoy como el más duro de los presentes. Como si sólo existiese el ayer.
He vuelto a sentir el corazón desenfrenado, las mariposas revoloteando alrededor del estómago, el deseo correr por mis venas, y he vuelto a sentirte mío aún cuando no habías aparecido.
Y, oculto tras la puerta de la razón, tras la sombra de la esperanza, el miedo.
El miedo a que...
Tengo ganas de abrazarte. O más bien, de que me abraces.
Quiero volver a sentir el calor de tus labios en los míos, tus brazos fuertes alrededor de mi débil corazón, tu boca asida a cada uno de mis senos, tus labios cosidos a los míos como antaño, como cuando aún conservaba la inocencia de la juventud, de la mujer enamorada que aún sigue siendo una niña deseando guardar cada rincón de la piel que estabas besando.
Quiero sentir el peso de tu cuerpo sobre mis hombros, quiero hacer el amor una y otra vez, abrirme ante ti, sentirme dentro de ti, quererte, amarte, como nuestra primera vez. Quiero dejar esta tristeza tonta, esta amalgama de lágrimas que se han apostado frente a tus recuerdos y que están dispuestas a abordarlos sin la menor tregua, sin el menor atisbo de bandera blanca.
El pasado me ha acechado hoy como el más duro de los presentes. Como si sólo existiese el ayer.
He vuelto a sentir el corazón desenfrenado, las mariposas revoloteando alrededor del estómago, el deseo correr por mis venas, y he vuelto a sentirte mío aún cuando no habías aparecido.
Y, oculto tras la puerta de la razón, tras la sombra de la esperanza, el miedo.
El miedo a que...
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