16 May, 2005

Tan sólo tuya

Tuya, solamente tuya, aunque busque en otros labios lo que mi corazón le pide a los tuyos. Tuya y tan solo tuya, aunque robe de otros besos el sabor de la pasión que un día me regalaste. Tuya es como soy y como me siento, aunque haya quien desee robarme del alma todo lo que es nuestro. Es un secreto a voces, un susurro escondido en estos gritos ahogados, una lágrima que se esconde en el temrs de perderte, un corazón que se refugia en el recuerdo imborable que el olvido persigue con el mismo afán con el que un día lo guardé. Es eso y aquello, lo mío y lo tuyo, lo nuestro, todo. Es esto lo que siento por ti, cuando cierro los ojos y busco tu calor. Es así como me siento cuando tu voz resuena en mis oídos como el temblor de una antigua y casi olvidada galera romana. Es todo lo que te pertenece de mí, todo lo que te llevaste de mí, todo lo que robaste del fondo de mi alma.

Me siento tuya y sólo tuya, y cuando me siento así es cuando soy yo. Mientras el tiempo me roba un día más, una noche más de las que pudieron ser nuestras, siento como el mundo se derrumba a mis pies y me tambalea creando un miedo infinito. Tan infinito como la tristeza a la que sucumben mis ojos cuando te echo de menos, cuando respiro y te echo de menos, cuando viviendo sin ti, lloro la ausencia de tenerte al lado y no poder tocarte.

10 May, 2005

De imprevisto

Anoche estuve pensando en ti. Demasiado pronto, pensé. Tal vez.
Durante el día me habías invadido varias veces de golpe, pero había conseguido enterrarte entre un sinfín de documentos, trabajos y alguna que otra clase. Todos asuntos vanales, pensé cuando decidiste imponerte en mi nocturna rutina.
Tendida sobre la cama intentaba concentrarme - sin éxito - en aquel libro tedioso. Por un momento cerré los ojos y un escalofrío recorrió mi cuerpo, eras tú. Ya te habías cansado de esconderte.
Me impedías pensar en otra cosa que no fueran tus besos. Sonreí al recordarlo, y eso me dio miedo. Me quedé en blanco. No sabía reaccionar. Estaba tendida en a cama y sentía como caía a un vacío, como el cuerpo entero se evaporaba... y me dejaba solo con tu recuerdo.
Y te eché de menos. Eché de menos aquellos besos... aunque, al cerrar los ojos con mucha fuerza, conseguí sentirte a mi lado. Podía saborear tu sonrisa, podía temblar con el roce de tu piel, podía sonreír y sentirme nerviosa como la primera vez que me besaste.
Y pude cerrar los ojos y dormir. Cuando desperté, sentí una alegría desconocida en el alma. Y tal vez, sea demasiado pronto para albergarte en ella. O no.