10 May, 2005

De imprevisto

Anoche estuve pensando en ti. Demasiado pronto, pensé. Tal vez.
Durante el día me habías invadido varias veces de golpe, pero había conseguido enterrarte entre un sinfín de documentos, trabajos y alguna que otra clase. Todos asuntos vanales, pensé cuando decidiste imponerte en mi nocturna rutina.
Tendida sobre la cama intentaba concentrarme - sin éxito - en aquel libro tedioso. Por un momento cerré los ojos y un escalofrío recorrió mi cuerpo, eras tú. Ya te habías cansado de esconderte.
Me impedías pensar en otra cosa que no fueran tus besos. Sonreí al recordarlo, y eso me dio miedo. Me quedé en blanco. No sabía reaccionar. Estaba tendida en a cama y sentía como caía a un vacío, como el cuerpo entero se evaporaba... y me dejaba solo con tu recuerdo.
Y te eché de menos. Eché de menos aquellos besos... aunque, al cerrar los ojos con mucha fuerza, conseguí sentirte a mi lado. Podía saborear tu sonrisa, podía temblar con el roce de tu piel, podía sonreír y sentirme nerviosa como la primera vez que me besaste.
Y pude cerrar los ojos y dormir. Cuando desperté, sentí una alegría desconocida en el alma. Y tal vez, sea demasiado pronto para albergarte en ella. O no.

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