Porque cada etapa tiene un principio y un fin, porque los ciclos terminan sin que exista un porqué.
15 November, 2012
La habitación 523
- ¿A qué hora tienes el tren?
- ¿El segundo billete o el primero?
- Vengaaaaaa- dijiste alargando tanto la a que creí que te quedabas sin aliento. ¿A qué hora?
- A las diez menos cuarto. Es temprano, ¿no?
- Sí, sí, temprano. Las doce menos cuarto que son...
- Vamos a hacerte la reserva de una habitación, ¿no querrás dormir en Atocha?
- Valeeeeeeeeeeeeee (se trataba de alargar mucho los finales de las palabras).
Después de 5 botellas de Protos para seis personas, un par de cervezas mientras traían el vino y una copita de licor después de comer -mucho-, nos invitaron a salir del restaurante.
- ¿Dónde vamos?
- ¡¡¡De copas!!!
Y de pronto sólo estábamos tú y yo y un Madrid friolero y medio cubierto de rocío (ups).
- Cielo, me encantan tus ojos.
(¿Cielo? ¿En serio? Aún no estoy tan borracha como para creer que llamarme así es bonito. Bueno, un poco...)
-Deja de decir chorradas.
- ¡Hala! Qué romántica.
- (Me sonrojo) Bueno, es que...
Y en ese momento recibí el beso más dulce y más bonito y más tierno y más sincero y más y más y más inolvidable del mundo.
Y después otro, y algunos más en el cuello, en la comisura de los labios, en la barbilla.
Un botón menos de la camisa, el frío de tu lengua robando el calor de mi piel, tu mano asida a mi cintura... y un deseo creciente y aterrador.
- ¿Nos vamos?
El frío de pronto en la cara, buscando un hueco entre tus labios y los míos.
- ¿La reserva a nombre de...?
Carcajadas. Dos manos que se entrelazan. Sorpresa.
La habitación 523 esperando a las seis de la mañana de un miércoles de febrero.
- Tengo ganas de ti.
- Y yo de dormir- dije con una actuación digna de un Oscar.
Sentí el peso de tus labios sobre mi pecho cuando aún estaba viéndote desabrocharme la camisa. Aluciné con el brillo de tus ojos al dejarme en sujetador.
Cerré los ojos para dejarme llevar y olvidar este miedo aterrador a enamorarme -más- de ti y sentirme perdida para siempre.
Sentí de nuevo el peso de tus labios de nuevo recorriendo mi piel, sintiendo como nuevo cada poro aún por recorre y en ese momento decidí, sin ningún titubeo, que quería abandonarme a ti para siempre; desde ese momento supe que sería tuya aunque en algún momento fuese de otro. Y así hicimos el amor abandonados al deseo más puro, a la pasión más tórrida, a la ternura más desenfrenada, al querer y al poder, a los mordiscos y a las bromas, a ti y a mí. Y así fue cuando nació esta coraza que me envuelve el corazón para que nunca dejase de ser tuya.
17 October, 2012
Te necesito...
Hoy es uno de esos días en que te necesito para respirar.
Ansío sentir el olor de tu cuerpo acercándose, ese brillo en tu mirada que me hace temblar y sentirme la mujer más guapa del mundo.
Siento una profunda decepción, que me aboca a una tristeza casi iracunda. Me siento tan triste que casi no alcanzo a contener las lágrimas en la comisura de los labios, siento cómo me derrumbo a cada paso y a nadie le importa.
Así estoy yo. Como aquel día, ¿te acuerdas?
- Vamos, enana. No llores, por favor.
- ...
- Por favor, deja de llorar. Me hace daño verte tan triste. No quiero ver tus ojos preñados de tanta tristeza, llenos de tanta amargura. Respira, mírame, me tienes en tus brazos, estoy loco por ti, sólo quiero respirarte y que me respires. Solos tú y yo. Sólo, nosotros.
- Yo...
- Tú me tienes a mí. Y sobre todo, yo te tengo a ti, y tengo todo lo que necesito. ¿Me das un beso?
- ...
- Venga, dame un beso. Sólo uno. Pequeñito, como tú; dulce, como tú; inolvidable, como todos los anteriores.
Y ése fue uno de los besos más bonitos del mundo.
Venga, no llores. Ahora no.
Y así me levanto cada día exigiéndome mantener a raya unas lágrimas declaradas en rebeldía desde hace demasiado tiempo. Voy perdiendo la lucha...
Ansío sentir el olor de tu cuerpo acercándose, ese brillo en tu mirada que me hace temblar y sentirme la mujer más guapa del mundo.
Siento una profunda decepción, que me aboca a una tristeza casi iracunda. Me siento tan triste que casi no alcanzo a contener las lágrimas en la comisura de los labios, siento cómo me derrumbo a cada paso y a nadie le importa.
Así estoy yo. Como aquel día, ¿te acuerdas?
- Vamos, enana. No llores, por favor.
- ...
- Por favor, deja de llorar. Me hace daño verte tan triste. No quiero ver tus ojos preñados de tanta tristeza, llenos de tanta amargura. Respira, mírame, me tienes en tus brazos, estoy loco por ti, sólo quiero respirarte y que me respires. Solos tú y yo. Sólo, nosotros.
- Yo...
- Tú me tienes a mí. Y sobre todo, yo te tengo a ti, y tengo todo lo que necesito. ¿Me das un beso?
- ...
- Venga, dame un beso. Sólo uno. Pequeñito, como tú; dulce, como tú; inolvidable, como todos los anteriores.
Y ése fue uno de los besos más bonitos del mundo.
Venga, no llores. Ahora no.
Y así me levanto cada día exigiéndome mantener a raya unas lágrimas declaradas en rebeldía desde hace demasiado tiempo. Voy perdiendo la lucha...
02 September, 2012
Amor...
Amor,
Me gusta cuando soy capaz de empezar a escribirte así. Me esperan sonrisas entre letras y recuerdos felices entre comas y puntos. El recuerdo me invade así, sin avisar... Tu recuerdo es así. Se siente en casa. Sabe que siempre es bienvenido.
Si me vieras, he recuperado aquel valor tan tuyo y consigo mirarme dentro sin miedo a encontrate por aquí escondido. Y me gusta.
Hoy he recordado aquella vez que me plantaste frente a un espejo y me tuviste allí parada, en mitad de la Gran Vía, más de demasiados minutos: ¿lo ves? Me preguntabas.
Y yo, sólo era capaz de sonrojarme.
¿Lo ves o no?
¡Eres preciosa!
Y me besaste con aquella travesura que hacía que mi corazón sólo quisiera saltar, saltar, saltar...
Me gusta cuando soy capaz de empezar a escribirte así. Me esperan sonrisas entre letras y recuerdos felices entre comas y puntos. El recuerdo me invade así, sin avisar... Tu recuerdo es así. Se siente en casa. Sabe que siempre es bienvenido.
Si me vieras, he recuperado aquel valor tan tuyo y consigo mirarme dentro sin miedo a encontrate por aquí escondido. Y me gusta.
Hoy he recordado aquella vez que me plantaste frente a un espejo y me tuviste allí parada, en mitad de la Gran Vía, más de demasiados minutos: ¿lo ves? Me preguntabas.
Y yo, sólo era capaz de sonrojarme.
¿Lo ves o no?
¡Eres preciosa!
Y me besaste con aquella travesura que hacía que mi corazón sólo quisiera saltar, saltar, saltar...
30 June, 2012
Descubriendo placeres...
Descubro placeres casi enterrados en la asombrosa rutina que envuelve mi día a día.
Descubro placer en soñar despierta en medio de un café y un libro, olvidando los personajes que en él viven y creando historias a partir de un tú nuevo que me hace sonreír y perder demasiadas veces la seguridad en mí misma... Historias en las que tú -qué miedo me da llamarte ya así, tan de repente- me besas a escondidas y me envías mensajes a hurtadillas, con la media sonrisa de niño travieso y la otra media de hombre sabio que tiene miedo a dejarse llevar.
Y si algo nos otorgan estos primeros besos es la ternura del descubrir y la pasión por ser descubierto... Así que me hallo delante de un café que tirita ante el ardor que siente salir de mi pecho mientras...
Te imagino junto a mí. Abrazados al frío de enero, envueltos en un halo de deseo, hambrientos de placer. Y tú me besas antes de cerrar la puerta, y yo te muerdo el cuello en el pasillo.
- Quiero amarte...
Y yo te dejé que me amaras, que me amaras de forma infinita, de forma ávida, hambriento y sediento de mí.
De pronto, la pasión se detuvo. Apareció la ternura.
Me tumbaste en la cama. Me cerraste los ojos con un beso y sellaste mis labios con los tuyos.
- Déjame amarte.
Me olvidé de quién era, olvidaste quién eras y te dejé amarme.
Poco a poco fuiste deshaciéndote de mi vestido y de mi ropa interior. Sólo me quedaba el rubor de mis mejillas. Y empecé a sentir el ardor de tus besos quemarme la piel, empecé a notar el sabor de tu aliento en lo más profundo de mis huesos y a sentirte mío con tanta fuerza que temí hacerte daño si seguías amándome de esa forma tan... Tan agónica, tan ansiosa, tan vehemente.
Yo fui tuya por primera vez. Tú fuiste mío por primera vez... Aunque te hubiera soñado tantas otras...
Descubro placer en soñar despierta en medio de un café y un libro, olvidando los personajes que en él viven y creando historias a partir de un tú nuevo que me hace sonreír y perder demasiadas veces la seguridad en mí misma... Historias en las que tú -qué miedo me da llamarte ya así, tan de repente- me besas a escondidas y me envías mensajes a hurtadillas, con la media sonrisa de niño travieso y la otra media de hombre sabio que tiene miedo a dejarse llevar.
Y si algo nos otorgan estos primeros besos es la ternura del descubrir y la pasión por ser descubierto... Así que me hallo delante de un café que tirita ante el ardor que siente salir de mi pecho mientras...
Te imagino junto a mí. Abrazados al frío de enero, envueltos en un halo de deseo, hambrientos de placer. Y tú me besas antes de cerrar la puerta, y yo te muerdo el cuello en el pasillo.
- Quiero amarte...
Y yo te dejé que me amaras, que me amaras de forma infinita, de forma ávida, hambriento y sediento de mí.
De pronto, la pasión se detuvo. Apareció la ternura.
Me tumbaste en la cama. Me cerraste los ojos con un beso y sellaste mis labios con los tuyos.
- Déjame amarte.
Me olvidé de quién era, olvidaste quién eras y te dejé amarme.
Poco a poco fuiste deshaciéndote de mi vestido y de mi ropa interior. Sólo me quedaba el rubor de mis mejillas. Y empecé a sentir el ardor de tus besos quemarme la piel, empecé a notar el sabor de tu aliento en lo más profundo de mis huesos y a sentirte mío con tanta fuerza que temí hacerte daño si seguías amándome de esa forma tan... Tan agónica, tan ansiosa, tan vehemente.
Yo fui tuya por primera vez. Tú fuiste mío por primera vez... Aunque te hubiera soñado tantas otras...
Subscribe to:
Posts (Atom)