Hoy es uno de esos días en que te necesito para respirar.
Ansío sentir el olor de tu cuerpo acercándose, ese brillo en tu mirada que me hace temblar y sentirme la mujer más guapa del mundo.
Siento una profunda decepción, que me aboca a una tristeza casi iracunda. Me siento tan triste que casi no alcanzo a contener las lágrimas en la comisura de los labios, siento cómo me derrumbo a cada paso y a nadie le importa.
Así estoy yo. Como aquel día, ¿te acuerdas?
- Vamos, enana. No llores, por favor.
- ...
- Por favor, deja de llorar. Me hace daño verte tan triste. No quiero ver tus ojos preñados de tanta tristeza, llenos de tanta amargura. Respira, mírame, me tienes en tus brazos, estoy loco por ti, sólo quiero respirarte y que me respires. Solos tú y yo. Sólo, nosotros.
- Yo...
- Tú me tienes a mí. Y sobre todo, yo te tengo a ti, y tengo todo lo que necesito. ¿Me das un beso?
- ...
- Venga, dame un beso. Sólo uno. Pequeñito, como tú; dulce, como tú; inolvidable, como todos los anteriores.
Y ése fue uno de los besos más bonitos del mundo.
Venga, no llores. Ahora no.
Y así me levanto cada día exigiéndome mantener a raya unas lágrimas declaradas en rebeldía desde hace demasiado tiempo. Voy perdiendo la lucha...
Porque cada etapa tiene un principio y un fin, porque los ciclos terminan sin que exista un porqué.
17 October, 2012
02 September, 2012
Amor...
Amor,
Me gusta cuando soy capaz de empezar a escribirte así. Me esperan sonrisas entre letras y recuerdos felices entre comas y puntos. El recuerdo me invade así, sin avisar... Tu recuerdo es así. Se siente en casa. Sabe que siempre es bienvenido.
Si me vieras, he recuperado aquel valor tan tuyo y consigo mirarme dentro sin miedo a encontrate por aquí escondido. Y me gusta.
Hoy he recordado aquella vez que me plantaste frente a un espejo y me tuviste allí parada, en mitad de la Gran Vía, más de demasiados minutos: ¿lo ves? Me preguntabas.
Y yo, sólo era capaz de sonrojarme.
¿Lo ves o no?
¡Eres preciosa!
Y me besaste con aquella travesura que hacía que mi corazón sólo quisiera saltar, saltar, saltar...
Me gusta cuando soy capaz de empezar a escribirte así. Me esperan sonrisas entre letras y recuerdos felices entre comas y puntos. El recuerdo me invade así, sin avisar... Tu recuerdo es así. Se siente en casa. Sabe que siempre es bienvenido.
Si me vieras, he recuperado aquel valor tan tuyo y consigo mirarme dentro sin miedo a encontrate por aquí escondido. Y me gusta.
Hoy he recordado aquella vez que me plantaste frente a un espejo y me tuviste allí parada, en mitad de la Gran Vía, más de demasiados minutos: ¿lo ves? Me preguntabas.
Y yo, sólo era capaz de sonrojarme.
¿Lo ves o no?
¡Eres preciosa!
Y me besaste con aquella travesura que hacía que mi corazón sólo quisiera saltar, saltar, saltar...
30 June, 2012
Descubriendo placeres...
Descubro placeres casi enterrados en la asombrosa rutina que envuelve mi día a día.
Descubro placer en soñar despierta en medio de un café y un libro, olvidando los personajes que en él viven y creando historias a partir de un tú nuevo que me hace sonreír y perder demasiadas veces la seguridad en mí misma... Historias en las que tú -qué miedo me da llamarte ya así, tan de repente- me besas a escondidas y me envías mensajes a hurtadillas, con la media sonrisa de niño travieso y la otra media de hombre sabio que tiene miedo a dejarse llevar.
Y si algo nos otorgan estos primeros besos es la ternura del descubrir y la pasión por ser descubierto... Así que me hallo delante de un café que tirita ante el ardor que siente salir de mi pecho mientras...
Te imagino junto a mí. Abrazados al frío de enero, envueltos en un halo de deseo, hambrientos de placer. Y tú me besas antes de cerrar la puerta, y yo te muerdo el cuello en el pasillo.
- Quiero amarte...
Y yo te dejé que me amaras, que me amaras de forma infinita, de forma ávida, hambriento y sediento de mí.
De pronto, la pasión se detuvo. Apareció la ternura.
Me tumbaste en la cama. Me cerraste los ojos con un beso y sellaste mis labios con los tuyos.
- Déjame amarte.
Me olvidé de quién era, olvidaste quién eras y te dejé amarme.
Poco a poco fuiste deshaciéndote de mi vestido y de mi ropa interior. Sólo me quedaba el rubor de mis mejillas. Y empecé a sentir el ardor de tus besos quemarme la piel, empecé a notar el sabor de tu aliento en lo más profundo de mis huesos y a sentirte mío con tanta fuerza que temí hacerte daño si seguías amándome de esa forma tan... Tan agónica, tan ansiosa, tan vehemente.
Yo fui tuya por primera vez. Tú fuiste mío por primera vez... Aunque te hubiera soñado tantas otras...
Descubro placer en soñar despierta en medio de un café y un libro, olvidando los personajes que en él viven y creando historias a partir de un tú nuevo que me hace sonreír y perder demasiadas veces la seguridad en mí misma... Historias en las que tú -qué miedo me da llamarte ya así, tan de repente- me besas a escondidas y me envías mensajes a hurtadillas, con la media sonrisa de niño travieso y la otra media de hombre sabio que tiene miedo a dejarse llevar.
Y si algo nos otorgan estos primeros besos es la ternura del descubrir y la pasión por ser descubierto... Así que me hallo delante de un café que tirita ante el ardor que siente salir de mi pecho mientras...
Te imagino junto a mí. Abrazados al frío de enero, envueltos en un halo de deseo, hambrientos de placer. Y tú me besas antes de cerrar la puerta, y yo te muerdo el cuello en el pasillo.
- Quiero amarte...
Y yo te dejé que me amaras, que me amaras de forma infinita, de forma ávida, hambriento y sediento de mí.
De pronto, la pasión se detuvo. Apareció la ternura.
Me tumbaste en la cama. Me cerraste los ojos con un beso y sellaste mis labios con los tuyos.
- Déjame amarte.
Me olvidé de quién era, olvidaste quién eras y te dejé amarme.
Poco a poco fuiste deshaciéndote de mi vestido y de mi ropa interior. Sólo me quedaba el rubor de mis mejillas. Y empecé a sentir el ardor de tus besos quemarme la piel, empecé a notar el sabor de tu aliento en lo más profundo de mis huesos y a sentirte mío con tanta fuerza que temí hacerte daño si seguías amándome de esa forma tan... Tan agónica, tan ansiosa, tan vehemente.
Yo fui tuya por primera vez. Tú fuiste mío por primera vez... Aunque te hubiera soñado tantas otras...
27 May, 2012
Cuánto he perdido al perderte
Por eso te digo bajito
que doy lo que
sea por un minuto contigo,
por eso
te canto al oído
mi secreto cautivo
sin miedo a decirlo: yo te quiero
Y parece que fue ayer cuando me enseñaste aquellas canciones, cuando me enseñaste a contar las estrellas.
Y parece que fue ayer pero ya hace mucho tiempo.
No sé cómo abordar esta sensación. No sé cómo seguir adelante. Y no es que no lo intente, no es que no me repita una y otra vez que la vida sigue, que el mundo no se para a esperarme, pero, ¿y si yo no quiero subirme otra vez?
Tu recuerdo aún me impulsa a levantarme cada mañana, y a aguantar las lágrimas durante todo el día pero... Pero sólo quiero quedarme en la cama todo el día y soñar. Soñar con que aún estarás esperándome en el porche en tu hamaca, y no en la de mamá.
Subscribe to:
Posts (Atom)