02 September, 2011

Demasiado amor para sobrevivir...


Siento tu nombre rondando mis recuerdos.
Siento tu aliento rozando mi cuello.
Siento tu alma llamándome a gritos.

Y se me cae el alma al infinito, hasta el más oscuro de los rincones de la tristeza, allí donde van los sueños rotos y los besos que nunca nos dimos, allí donde los gritos se ahogan en lágrimas, donde el amor se muere de pena, donde la soledad se hace fuerte y finge ayudarte a subir, pero en realidad sólo quiere aferrarse a ti para sobrevivir a tu costa.
Sobrevivir. Sobrevivir. Y una y otra vez me repito que así no voy a poder sobrevivir, que esto es demasiado amor, que me puede, que me siento enana... ¿Acaso pensaste que ya lo había olvidado?

Quiero recuperar mi valor para luchar por vivir con este amor, quiero volver a sentir esa pasión inaudita, quiero volver a ti. Luchar, gritar que te quiero, que no habrá quien pueda robarme el aliento como lo hiciste tú, que nadie podrá darme jamás lo que tú me diste, que nadie podrá darte jamás lo que yo te di.
Quiero volver. Volver a tus brazos embriagada de alegría, quiero temblar al verte, llorar sólo cuando te viese partir, quiero llorar solo cuando vea la pantalla de trenes y reír cuando aparezca el primer taxi disponible.

Quiero sentarme entre tu cuerpo, volver a entregarme a ti, dejar de compartirte, dejar de sentirme hundida. Quiero quererte de nuevo con deseo, con pasión, con ansia, con alegría, con ilusión. Quiero dejar de quererte a solas, con dolor, con una sensación de vacío continua y profunda, con cobardía, con mentiras. Quiero dejar de ocultar esta amargura que me recorre el alma y me deja sin aire, que me deja sin aliento, que me deja vacía, que me ahonda y me lleva a ese lugar oscuro del que tú me salvaste.
Quiero sobrevivir, sobrevivir contigo, sobrevivir con este amor... Quiero recuperar lo que fue tan nuestro.

24 August, 2011

Y, entonces, el deseo...

Lo que empezó siendo una cena terminó en un desayuno para que, al final del día, con el ocaso, nuestros cuerpos volvieran a fundirse como lo hacía el sol en el horizonte...
Siento tus manos recorriendo uno a uno los botones de camisa, siento cómo se abre poco para dejar al descubierto un corazón que galopa sin aliento, como yo. Escucho tu respiración desnudándome, miro tus ojos buscando con ahínco el deseo que mis labios ocultan. Nos besamos. Nos mordemos. No alcanzo a encontrarte en todos los lugares donde tu busco porque estás perdiéndote entre mis piernas. 
Ansío tus besos en mi cuello pero sigues aferrado a mí, siento cómo el calor de tu aliento me atraviesa y llega a lo más hondo de mi cuerpo hasta hacerse hueco en el tuétano de mis huesos... 
Te detengo. Apenas puedo respirar pero consigo encontrarte. Vuelvo a besarte. Recorro uno a uno los poros de tus abdominales para ir adentrándome en tu cuerpo. Me encanta ver cómo me miras. Tus ojos me penetran como tu lengua lo había hecho minutos antes. Me acaricias el pelo conforme voy aumentando el ritmo. 
Y ahora me detienes tú a mí para arinconarme contra la pared. Entras, sales, una y otra vez, sin respiro, sin pausa. Te oigo susurrar mi nombre y aún te siento más adentro. 
Y con algunos segundos de descanso, vuelvo a verme cubierta por el calor de tu piel, por el peso de tu cuerpo. Tu vientre contra mi espalda, tus manos asidas a mi cuello, con ansia, con ahínco, con pasión. Unidos por el hilo común del deseo. Siento tus manos bajando por mi columna hasta mis caderas y a la vez siento el ansia llegar hasta cada uno de los dedos de mis pies. Y al mismo tiempo, todo tú atravesándome las entrañas. 
Mientras, el sol dormía desde hacía tiempo y la luna nos observaba, envidiosa por habernos dado antes.

25 July, 2011

¿Seguir luchando?

 Siempre supe que es mejor,
cuando hay que hablar de dos,
empezar por uno mismo. 
Shakira. Inevitable.

Estos días sin saber de ti me han demostrado que quizá, y más que quizá, seguro, me esté aferrando a un mástil que ya no es capaz de mantener el barco a flote. Nos hundimos. Nosotros. Yo y la poca esperanza que aún albergaba mi corazón de volver a verte. Nos hundimos, sin remisión, sin posibilidad de renacer, sin ganas de luchar, sin valor para seguir remando contra el viento, contra el recuerdo, con el maldito tiempo que arranca hojas del calendario como latidos a un alma vacía.
No sé si lo que aún me late aquí dentro son recuerdos agolpados y unidos por un lazo invisible o el deseo de mi corazón por despertar de un letargo que dura ya demasiado, aunque haya días que cierre los ojos con ahínco y me niegue a ver que quizá no vaya a despertar nunca. No lo sé. Y me odio y te odio por ello.
A ti, sí, a ti también. Te odio por haberme abandonado y por no haberme avisado; por no decirme que ibas a estar un tiempo y luego te marcharías; te odio por haberme querido aunque sólo fuese un poco.
Te odio por dejar que albergase en mí la ilusión, por no llevártela contigo, por infundarme el valor para pedirte un beso, por permitir que luchara contra el mundo cuando ambos sabíamos que el mundo estaba a kilómetros de distancia. A muchos kilómetros de distancia.
Y me odio por permitirme mantener el deseo de tenerte, aún sabiendo que nunca te tuve, aunque supongo que ahora es inútil siquiera plantearme un porqué. Qué más da.
Al fin y al cabo sigo aquí. Sigo escribiendo que no merece la pena seguir, que no merece la pena luchar, pero sigo escribiendo, porque una parte de mí sigue luchando, sin sentido y sin valor, desde el lado de la batalla de los perdedores, aunque quizá la batalla estuviese perdida antes siquiera de sacar mi valor y quitarme el escudo.

30 June, 2011

En un solo segundo

 "Sin ti, se han ido tantas cosas en mi vida,
no es nada como lo conocía
cambió la vida entera de color..."
Malú. Ni un segundo.

Anoche volví a sonreír pensando en ti. Hacía horas eternas que no me hacías sonreír como antaño, como esas veces en que me vi reflejada en tus ojos y me sentí grande, me sentí especial, me sentí guapa. Tan guapa como cuando tú me mirabas, o acaso pensaste que mentía cuando me sonrojaba al sentir el peso de tu mirada sobre mis ojos, tímidos como pocas veces en la vida, temerosos de despertar del sueño que estábamos viviendo... 
Anoche volví a sentirme viva pensando en tus caricias, en el calor de tu piel en la noche eterna de febrero, en el calor de una noche al abrigo de sábanas blancas y abrazos nocturnos, besos a oscuras, caricias a la luz de la luz de la luna. Sin velas, sin flores, solos tú y yo, y el mundo por su lado, lejos de nosotros, dando vueltas sin sentido y sin nosotros.
Anoche volví a temblar porque volví a sentir el calor de tu cuerpo sobre el mío, tu piel junto a la mía, amándome como se ama por primera vez, amándome como sólo tú podías amarme.Pensé que, después de aquel beso a pie de pista, nada podría volver a hacerme tan feliz, sí, tan feliz... Sin embargo, allí estábamos. Unidos, atados, buscando con ahínco el sabor de besos escondidos, buscando con pasión el calor de unos brazos llenos de deseo, buscándonos a tiendas, sin más luz que la de mis ojos, siguiendo el camino que tus manos dejaban en mi cuerpo.
Anoche volví a sentirme tuya. Tan tuya, tan, tan tuya, como aquella vez, como aquella primera vez que te vi. Allí, asustada, temblando, ansiosa, con ganas de salir corriendo, pensando cada dos segundos ¿qué hago aquí? Porque fue allí, en aquel mismo instante, en un solo momento, en un segundo, cuando empecé a ser tuya y donde supe que nunca dejaría de serlo.