23 April, 2008

Feliz, de nuevo




Gracias, gracias por hacerme tan feliz. Por hacerme sonreír de esa forma tan tonta y a la vez tan inquietante. Gracias por esa conversación llena de caricias y gestos cómplices; por acariciarme la nariz, por agarrarme la mano cuando no podía respirar.
Gracias por un día inolvidable, de nuevo. Por sorprenderme a cada momento, por ayudarme, por hacerme sentir especial. Gracias por tus besos, por tus caricias, por tus mordiscos. Gracias por convertirme en alguien mejor, por ayudarme a ser mejor, por hacerme especial, por quererme de esta forma. Gracias por ayudarme a crear ilusiones nuevas y mantener las antiguas; por sacarme del vacío y volcarte conmigo, por sonreír en un mar de lágrimas, por llorar de risa.
Gracias por ser como eres y por hacerme mejor cuando estás conmigo. Gracias por estar a mi lado en cada latido y en cada desaliento, por convertir mis contratiempos en consejos, por hacer de mis días una historia que contar.
Gracias, sobre todo, por hacerme tan feliz. Porque yo, yo no he sido tan feliz contigo... Yo soy inmensamente feliz contigo.

17 April, 2008

Nadie como tú



Nadie como tú. No ha habido nadie nunca así. Nadie que me conceda este valor, esta sinceridad, esta alegría con sólo mirarme.
Te miro, sonrío... Y me siento guapa.
Pero, hace demasiado tiempo que no te miro. Hace demasiado que no te veo sonreír, ni te oigo suspirar. Y ya no sé a qué sabe tu sonrisa ni sé cómo huelen tus silencios. Porque tú comprendes los míos, y callas mis gritos con sólo acariciarme el rostro. Y secas mis lágrimas, y las guardas, y me convences de que mañana saldrá el sol, y me convences de que puedo y sé sonreír.

Pero te echo de menos. A cada instante, en cada latido. Y no te encuentro en cada lágrima ni en cada silencio. Ni en cada noche oscura y vacía. Y me siento perdida, y no me siento guapa. Y lo único que quiero es cerrar los ojos y despertar a tu lado. Pero, cada mañana, la persiana deja entrever un poco de luz y me devuele a la realidad. Me giro, veo la cama vacía y me echo a llorar. Y el día se convierte en una rutina triste.... Una rutina sin ti.

09 April, 2008

Perdida...


¿Cuántos gramos pesa mi alegría?
¿Cuánto pesa el miedo a ser feliz?
Nunca me he sentido tan perdida
Y a ti tan lejos de mí.
La oreja de Van Gogh. Perdida.


Las pérdidas me dejan más vacía aún de lo que ya me siento. Las pérdidas, de personas, de relaciones, de objetos, crean en mí un abismo sobre el que me observo y al que caigo en cada recuerdo.
El daño que me causa perder la ilusión que le he puesto a cada proyecto de esta semana me tiene casi hundida. No me deja siquiera hablar contigo. Me hace caer, sucumbo y me pierdo entre lo que pudo ser y al final no fue. A cada caída me levanto ensando que no volverá a suceder, que tengo que seguir adelante, como tú me enseñaste, pero me resulta tan difícil seguir adelante sin mirar atrás. Sin pensar que atrás se quedó aquello, que aquello se mantiene vivo, conmigo, día tras día, sin dejarme mirar hacia adelante salvo en los ratos que comparto contigo. Porque, como te he dicho siempre, en los ratos que comparto contigo mi vida cambia, gira, se detiene, se suspende y me siento protegida. Y no me siento amenazada por los recuerdos.
Esta semana casi pierdo lo poco del pasado que aún me mantenía despierta cuando cerraba los ojos. Aunque tal vez, sólo sea una excusa a la que aferrarme y pensar que aquello pudo salir bien, que aquello fue real... He perdido demasiadas ilusiones esta semana. Demasiadas como para pensar que todo va a seguir igual. Demasiadas como para sonreír, pese a mis intentos e incluso pese a los tuyos. La ilusión me mantiene despierta, me hace volver a caminar, volver a reír. Me hace esperar, huir del dolor, ahuyentar el daño, me hace fuerte, casi tan fuerte como cuando estoy contigo. Pero...

04 April, 2008

Ya nada es lo mismo...

"Sin ti, nada es igual,
porque la vida no se tiene
que soportar sin tu cariño, amor"
Manuel Carrasco

Y de qué me sirve buscar otros besos y cubrir mi cuerpo de otras caricias, si de todas formas ya no estás, y no es lo mismo, no es igual. Ni nada me hace sentir como tu calor, ni nada me hace temblar como tu sonrisa.
Y para qué quiero tener otro cuerpo junto a mío, si mi piel te añora a cada paso y no quiere tener otras caricias que no sean las tuyas. Las rechaza, las odia, las obliga a marcharse. Te echa de menos, echa de menos el tacto de tus labios recorriéndola, echa de menos tu aliento atravesándola y echa de manos cada una de las gotas de placer que la cubrieron aquella noche. Se ha acostumbrado a tu olor, a tu sed, a ti, y, como yo, te echa de menos.
Y ahora no me sirve de nada querer encontrarte en otros brazos o en otros labios porque no estás en ninguno. Y no me sirve de nada entregarme a otro corazón porque no soy yo quien se entrega, ni es mi cuerpo, ni me siento bien. No me sirve de nada porque sólo me entrego a ti, porque te busco en ese cuerpo extraño y no estás, y entonces caigo a un vacío hondo, lúgubre, tenebroso, al vacío de la vida sin ti, al vacío que me provoca sentirme amada por quien no me ama, o al menos por quien, por más que lo intenta, no consigue amarme como me amaste tú, como me besaste tú, como me hiciste amar aquella noche tan nuestra.

01 April, 2008

Ahora que no te encuentro...

"Se alejó de mi vida, de un solo golpe,
se fue sin decirme adiós,
me rompió la sonrisa, las ilusiones,
el alma y el corazón..."
Alejandro Fernández.

Me hundo, no respiro. No te siento, me hundo. No te siento, no te noto, te anhelo, te ansío, pero no te encuentro. No te encuentro en mis besos ni me encuentro en los tuyos. Te espero, quiero acercarme a ti, quiero tenerte cerca, quiero sentirte de nuevo en cada poro de mi piel, quiero ser tuya de nuevo. Pero no estás, o no quieres, o no lo deseas.
Y ya no sé cómo buscarte o cómo llamarte, ni sé cómo desearte para que me desees como antes, ni sé cómo besarte ni por qué no quieres que lo haga. Te ansío, te llamo, a gritos, con los labios cubiertos de lágrimas, con la cara deshecha, con el corazón roto. Me dueles en el alma, esa alma vacía, insulsa, inexistente, invisible.
Apenas recuerdo ya cómo era besarte, acariciarte; cómo era sentirte feliz al tener mi cuerpo desnudo sobre el tuyo, no sé cómo sentirme ahora que es el vacío lo único que atrapa mis días en el calendario, lo único que sigue moviendo mi corazón por latidos.
No sé qué decirte, cómo decirte que te echo de menos, siquiera si quieres saberlo. Ahora, me llena tu ausencia el dolor de mi pecho, me llena el alma la ansiedad de no sentirme tuya, me cubre el cuerpo ese aire frío de los inviernos sin ti, me arrebata el dolor cada recuerdo que era tuyo y luego fue mío.
No quiero llorar así por ti, ni por lo que fuimos y ya no somos, ni por lo que pude ser contigo y ahora no sé cómo recuperar. Porque yo no soy si no te siento, porque no me siento si no te tengo, porque si no te tengo no soy y respirar es sólo un movimiento mecánico, una rutina que seguir. Igual que despertar y vivir, la misma rutina que cubría cada uno de mis días antes de que llegaras, antes de que me quisieras, antes de que mi cuerpo fuese el destino de tus besos.