24 February, 2005

La rutina me acerca a ti

Por qué me abandonas a la suerte de esta maldita soledad y me dejas desamparada en este camino tan vacío que es mi vida desde que aquel día decidiste marcharte... no sé porqué.. y por más que grito a este oscuro cielo pidiendo una respuesta no la encuentro. Te echo de menos mucho, tanto que apenas sé ya dónde buscarte. A diario, cada minuto de los muchos días de soledad que ahora arrojo del calendario, recuerdo las noches que he pasado junto a ti... ¿te acuerdas? Sólo quiero tenerte a mi lado cuando respiro; sólo quiero que al despertar sean tus labios lo primero que roce mi piel; sólo quiero que sea tu voz lo primero que inunde mis oídos, sólo, dormir contigo, soñar a tu lado… Ya no sé qué más escribirte, ya no tengo fuerzas... se caen un sinfín de lágrimas sobre estas letras, que intentan reflejar sólo un ápice del dolor que me atormenta el alma desde el día que te fuiste. Quiero llorar, llorar sin límites, llorar por ti, llorar porque es lo que más me recuerda a ti; aquella vez que juntos, aquella vez que te vi entrar en casa y me quedé inmóvil frente a la puerta. Apenas podía reaccionar.
Ahora, escucho tu música, leo tus mensajes, recuerdo tus tonterías y todo ello me acerca más a ti, si es que es posible.

18 February, 2005

Porque hay cosas que no morirán nunca...

Por un momento, no supe muy bien qué hacer con todo aquello que me hacía temblar y casi tambalearme sobre el suelo. La verdad, es que aún a pesar de todo, a pesar de tanto y tantos, yo seguía queriéndote... porque supongo, que tal y como dice la frase que precede a estas palabras... hay cosas que no morirán nunca.

Siempre podía cerrar los ojos y encontrarte en ese rincón del alma tan tuyo; ese rincón que no ha podido robarte ni siquiera el cruel olvido, ese que cada día me amenaza con llevarse todo lo que aún tengo tuyo en el alma, en la piel, en los labios... todos tus besos, tus abrazos, tus sonrisas. Y sigo siento tan tuya como al principio.

El tiempo ha conseguido robarme la elocuencia de años atrás y el valor para pedirte un beso. Ahora, sólo, sólo te miro y te siento aquí dentro, ahora sólo sonrío cuando tus ojos me miran porque la inquietud de saberme tuya me sigue manteniendo con vida... después de todo. Porque sólo tú y yo sabemos qué sentimos, porque sólo tú y yo podremos, dentro de muchos años, mirar atrás y saber que, aunque sólo fuese un instante, me hiciste la mujer más feliz del mundo. Porque puden pasar muchos días, muchas noches, muchas horas de soledad, pero siempre... podré cerrar los ojos y sentirte mío, porque hay cosas... hay cosas que no morirán nunca.

16 February, 2005

Una nueva ilusión

Hoy, 16 de febrero, miércoles, empiezo a rellenar esta pantalla de ordenador –el progreso nos invade-, con el fin inmediato de hacer perpetuo lo cotidiano de mi vida. Simplemente, un cuaderno de bitácora; un acompañante ficticio de unos días, sinceramente, tan llenos de soledad que los siento vacíos. Y lo cierto, es que escribir estas letras es un refugio idóneo para olvidar un poco este vacío que ahora mismo inunda mi sonrisa. Es por ello que he decidido mostrarme ante todos, ante todos aquellos que deseen verme... ya que, como dicen, no más ciego que el que no quiere ver.
Como miércoles que es, la semana se queda a medio camino entre la rutina y la ilusión; la rutina de ver cómo siguen cayendo días del calendario, y la ilusión de saber que tal vez, mañana, suceda algo diferente que consiga hacerme sonreír.
Y aunque el miércoles ya se va, la ilusión de este nuevo proyecto disminuye la tediosa rutina de unos días de facultad... que tienen su fin próximo... tal vez, demasiado próximo. Hasta mañana.